“En aquellos días unos
profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía”.
Hechos 11:27
INTRODUCCIÓN
Continuando con la narrativa de los acontecimientos históricos
de los hechos del surgimiento de la iglesia gentil en Antioquía, Lucas presenta
un relato donde se mencionas unos varones a quienes identifica como profetas.
El ministerio de profeta en el periodo de la iglesia ha sido muy debatido, de
hechos, muchos afirman que este ministerio llego hasta Juan el bautista, no
obstante, aquí lo vemos siendo reconocido por la iglesia del primer siglo como
un ministerio autentico. Consideremos en este estudio dicho ministerio.
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Los profetas en el Nuevo Testamento |
UNOS PROFETAS DESCIENDEN A ANTIOQUÍA
Lucas relata en los versículos 27 y 28 de este
capítulo 11 que por aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía, el nombre de uno de ellos era Agabo y según la Escritura especifica
que este daba a entender por el Espíritu que vendría una gran hambre en toda la
tierra habitada. En estos versículos hay varias cosas que podemos considerar.
El ministerio de profeta durante la iglesia primitiva.
“En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía”.
Hechos 11:27
Es la primera vez que en el libro de Hechos de los
Apóstoles se presenta el ministerio de profeta: En aquellos días unos
profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Aquí surgen las algunas preguntas: ¿En qué consistía
el ministerio de profeta en el contexto del Nuevo Testamento? ¿Podrían compararse
con el ministerio de profeta del Antiguo Testamento? ¿Realmente existen
profetas hoy en día? ¿Ha cesado el ministerio de profeta? En este caso la
palabra profeta se traduce del griego profetes (προφήτης),
la cual se compone de las palabras, “pro” que significa “antes” y “fetes” que
se puede traducir como “decir o hablar”. Por tanto, en su sentido etimológico
la palabra profeta significa “el que habla delante” o “el que anuncia cosas
anticipadamente”. En el Antiguo Testamento se traduce del hebreo navi (נָבִיא), que tiene
un significado similar al griego. Ahora, es importante entender que, para
Israel, un profeta no solo era una persona que adivinaba el futuro, sino era
más que eso. Un profeta era una persona a la cual Dios le hablaba
directamente y este transmitía su mensaje al pueblo, en este sentido,
Abraham, Noé, Moisés, Samuel, David, Elías entre otros fueron profetas a parte
de los profetas que conocemos por medio de los libros proféticos de nuestras
Biblias (Isaías, Jeremías ... Oseas ... Malaquías). El profeta hablaba de parte
de Dios, transmitiendo su voluntad, algunas veces fungía como vigía o
atalaya, advirtiendo de peligros espirituales, otras veces, amonestaba y
denunciaba injusticias sociales, otras advertían juicio llamando al
arrepentimiento. Para la mayoría de los estudiosos bíblicos, el ultimo
profeta del periodo del Antiguo Testamento fue Malaquías y después de él no
hubo una actividad profética reconocida hasta el surgimiento de Juan el
Bautista: “La ley y los profetas eran hasta
Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por
entrar en él”, (Lucas 16:16). Esto presupone que el antiguo orden
de profetas llegó hasta Juan para abrir paso al cumplimiento de las profecías
que anunciaban la llegada del Gran Profeta del cual Moisés hablo en
Deuteronomio 18:18 y que se cumplió en Jesús: “Aquellos
hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este
verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo”, (Juan
6:14). Por tanto, Jesús cumple y supera la figura de profeta, porque
habla en nombre de Dios y es la palabra encarnada, el Verbo hecho carne.
Si hablamos del ministerio de profeta, hay
evidencia en el Nuevo Testamento de que la iglesia del primer siglo tuvo un
reconocimiento a dicho oficio, así Lucas lo menciona en varios pasajes de Hechos:
“Había en la iglesia que estaba en Antioquía
profetas y maestros…”, (Hechos 13:1). También el apóstol Pablo lo
enumera en la lista de los 5 ministerios que presenta en Efesios: “Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas…”,
(Efesios 4:11). Si buscamos evidencias del reconocimiento del ministerio de
profeta durante el primer siglo tenemos registros en la Didajé, la cual es uno
de los textos cristianos más antiguos fuera del Nuevo Testamento que ofrece una
ventana fascinante de la vida, prácticas y creencias de las comunidades
cristianas del siglo I. En este documento se aconsejaba a los creyentes de cómo
tratar a los profetas: “En cuanto a los
apóstoles y profetas, proceded así conforme al Evangelio. Todo apóstol que
llegue a vosotros ha de ser recibido como el Señor. Pero no se quedará por más
de un día o dos, si hace falta; quedándose tres días, es un falso profeta. Al
partir, el apóstol no aceptará nada sino pan para sustentarse hasta llegar a
otro hospedaje. Si pidiere dinero, es un falso profeta. Y a todo profeta que
hable en espíritu, no le tentéis ni pongáis a prueba. Porque todo pecado se
perdona; más este pecado no será perdonado. Pero no cualquiera que habla en
espíritu es profeta, sino sólo cuando tenga las costumbres del Señor. Pues, por
las costumbres se conocerá al seudo profeta y al profeta. Y ningún profeta,
disponiendo la mesa en espíritu, comerá de la misma; de lo contrario, es un
falso profeta. Pero todo profeta que enseña la verdad, y no hace lo que enseña,
es un profeta falso. Todo profeta, sin embargo, probado y auténtico, que
celebra el misterio cósmico de la Iglesia, pero no enseña a hacer lo que él
hace, no ha de ser juzgado por vosotros. Su juicio corresponde a Dios. Porque otro
tanto hizo los antiguos profetas. Mas quien dijere en espíritu: Dame dinero, u
otra cosa semejante, no lo escuchéis. Si, empero, os dice que deis para otros
menesterosos, nadie lo juzgue”, (Didajé XI:3-12). Considerando esto,
podemos decir que el ministerio de profeta fue reconocido por la iglesia
primitiva.
La labor ministerial del profeta durante el primer siglo.
De acuerdo con lo que encontramos en el libro de
Hechos de los Apóstoles, podemos identificar las siguientes funciones en
ministerio de profeta. Vemos que eran hombres que anunciaban eventos que acontecerían
en el futuro afectando a la iglesia: “Y
levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que
vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo
de Claudio. Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea”,
(Hechos 11:28-29). En este caso vemos que la predicción de la hambruna tenía
la finalidad alertar a la iglesia de Antioquia para poder enviar ayuda a la
iglesia de Judea, el propósito de Dios se ve claro al dar a conocer estos
acontecimientos por medio de Agabo. Luego, vemos nuevamente a este profeta
anunciando las persecuciones que le esperaban a Pablo en Jerusalén: “permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea
un profeta llamado Agabo, quien, viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y
atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán
los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en
manos de los gentiles”, (Hechos 21:10-11). En este caso la profecía
tenía el propósito de preparar mentalmente a Pablo para enfrentar las
persecuciones que le esperaban por causa del testimonio de Cristo. En ambos
casos, el profeta hablaba por obra del Espíritu Santo y era un mensaje
dirigido con fines de alertar espiritual a la iglesia y relacionado con el
progreso de su obra, no se trataba de ningún tipo de adivinación o
predicciones con intereses ajenos a los propósitos de Dios. Además de esto, parece
que el ministerio de profeta no se limitó solo a predecir con fines de prevenir
espiritualmente a la iglesia, sino, también se enfocó en la predicación de la
palabra: “Y Judas y Silas, como ellos también
eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de
palabras”, (Hechos 15:32). Pablo, en su carta a los Efesios,
hablando de los 5 ministerios, apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro,
explica que estos han sido levantados por el propósito de contribuir con la edificación
de los santos y prepararlos para servir en la obra de Dios, por lo que
podemos deducir que el profeta contribuía con este fin: “... a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos
a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto,
a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”, (Efesios
4:12-13).
Actividad ministerial del profeta después del segundo siglo.
¿Continuó el ministerio de profeta después del siglo
I? No hay evidencias históricas confiables
que lo confirmen, aunque podemos encontrar en la historia algunos personajes
que se les atribuyo a sus frases cierta predicción profética, sin embargo,
no por eso se les puede atribuir el ministerio de profeta. Por ejemplo, tenemos
la famosa frase atribuida a Jan Hus justo antes de ser ejecutado en 1415: “Hoy asan un ganso, pero dentro de cien años surgirá un
cisne que no podrán asar”. Esta declaración ha sido interpretada por
muchos como una profecía sobre Martín Lutero, quien inició la Reforma
Protestante aproximadamente un siglo después. El simbolismo es curioso: Hus
significa “ganso” en checo, y Lutero fue representado por algunos como el
“cisne” que continuaría su legado. Históricamente la autenticidad de la frase
es discutida, realmente apareció por primera vez en una obra de John Fox del siglo
XVI (Libro de los Mártires). Lo que si prolifero durante los primeros 4
siglos de la iglesia fueron los falsos movimientos proféticos que trajeron herejías
con las cuales la iglesia primitiva lucho doctrinalmente, aparte de esto
tenemos hombres y mujeres que llamándose profetas torcieron las Escrituras y
hoy son fundadores de muchos movimientos que se separaron del cristianismo y
hoy conocemos como sectas. Luego, tenemos el movimiento neo pentecostal de apóstoles
y profetas que afirman traer una nueva revelación a la iglesia evangélica, el
problema con esa declaración es que ya no puede haber más revelación, porque el
canon está cerrado, solo tenemos 66 libros en la Biblia que son la revelación de
Dios y fuera de eso no hay más. Además, revisando las enseñanzas de estos
nuevos apóstoles y profetas encontramos muchos errores doctrinales. Aunque la afirmación
de Pablo en Efesios 4:13 pudiese sugerir que los 5 ministerios estarán activos
hasta que la iglesia llegue a sus últimos tiempos en esta tierra, es probable
que el ministerio de apóstol y profeta tuvo su papel importante durante los
primero años en los que Dios estableció a su iglesia en esta tierra, siendo
establecida la iglesia en este mundo, cerrado el canon bíblico y confirmada la
doctrina, no se volvió a escuchar de estos dos ministerios después del primer
siglo, no referimos de los ministerios de apóstol y profeta: “edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas,
siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”, (Efesios
2:20).
En conclusión, ¿existe
el ministerio de profeta en la actualidad? Por la evidencia bíblica y confirmación
histórica, pareciera que Dios uso este ministerio durante el primer siglo, después,
difícilmente podríamos aseverar algo. ¿Ha cesado este ministerio? Algunos
afirman que sí, otros dicen que aún continúan vigentes, no obstante, muchos que
se adjudican el título de profeta han sido encontrado falsos después de un análisis
serio y bíblico. Decir que Dios ya no levantara auténticos profetas, bueno, algunos
afirman que ya no, otros podríamos ser reservados al respecto, porque al final
solo Dios sabe cómo obra en cada tiempo, por hoy, el ministerio de la palabra
ha sido predicado en todo el mundo y continuara a través de los hombres y
mujeres que desee llamar, llámense como se llamen, lo importante en el ministerio
no es el título de apóstol, profeta, evangelista, maestro o pastor, o incluso,
cualquiera otro, sino, las evidencias que respalden el llamamiento que esa
persona tiene para ser un servidor del Señor y sobre todo, que sus enseñanzas estén
en armonía con la sana doctrina.
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