“Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación”.
Daniel 4:1-3
INTRODUCCIÓN
Después de los acontecimientos narrados en Daniel 3, el siguiente capitulo nos presenta otra sección de carácter histórica que continúa hablando acerca del rey Nabucodonosor. Recordemos que nos encontramos en una sección narrativa descriptiva histórica que pretende mostrar el gobierno que Dios tiene en los asuntos humanos, aun en los gobiernos que se consideran soberanos y por encima de cualquier autoridad, aun allí, Dios está en control de todo ya que como Daniel dijo: “… el cielo gobierna”, (Daniel 4:26). En esta ocasión parece que es Nabucodonosor el mismo que narra su historia ya que el relato se encuentra en primera persona: Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Los relatos anteriores y extrabíblicos muestran a este rey como un hombre tirano y orgulloso, sin embargo, aquí vemos que reconoce la grandeza de Dios lo cual no es difícil de entender ya que esta sería la tercera vez que el Señor trata con su vida y puede presenciar su gran poder.
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La locura de Nabucodonosor
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De William Blake - 1. Blake Archive
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EL SUEÑO DE NABUCODONOSOR
En el capítulo 4 de Daniel encontramos que el monarca Nabucodonosor vuelve a tener otro sueño que lo perturba en gran manera: “Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación”, (Daniel 4:4-9). En esta ocasión el rey relata su sueño a los sabios del reino, entre estos tenemos a los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, sin embargo, ninguno de ellos pudo darle la interpretación, no fue hasta que llamo a Daniel, a quien llamaba Beltsasar, jefe de los magos, que le da la interpretación. Luego en los siguientes versículos encontramos los detalles del sueño de Nabucodonosor que este mismo relata, leamos los versículos que nos introducen a comprender el sueño: “Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne”, (Daniel 4: 10-12). Es interesante considerar este sueño, en primer lugar, encontramos en medio de la tierra un gran árbol, un árbol que creció fuerte y su copa llegaba hasta el cielo de tal manera que lograba visualizarse desde todos los confines de la tierra. Su follaje era muy hermoso y de abundante fruto, el cual alimentaba a muchos y su sombra servía para que las bestias del campo descansaran y en sus ramas hacían morada las aves. Definitivamente este árbol es Nabucodonosor y su reino al cual Dios había prosperado en gran manera, tanto que su gloria se extendía por todas las partes del mundo antiguo y este mismo se había convertido en rey de reyes, ya que no había nación que no se le había subordinado y pagara impuestos. Luego, los versículos del 13 al 16 presentan a otro personaje que aparece en este sueño y una sentencia que es dada, dicen estos versículos: “Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos”, (Daniel 4:13-16). El vigilante y santo que Nabucodonosor ve es un ángel que el Señor envía para ejecutar su sentencia, el hecho de derribar el árbol, cortándole todas sus ramas y follaje, ahuyentando a todos los animales que se refugiaban en él, es un símbolo de la difícil prueba que venía sobre el mismo rey ya que su glorioso reino se le iba a quitar, además de esto, toda razón humana se le iba a quitar y se le echaría entre los animales para que viviese entre ellos como si fuese uno de ellos, sin embargo, no sería destruido para siempre, sino, ya que la cepa de sus raíces que se dejaron en la tierra se sujetarían con una atadura de hierro y bronce, las cuales serían mojadas con el roció del cielo, lo cual es un símbolo de su futura restauración, ya que la prueba habría de durar solo 7 tiempos, o sea, 7 años, tiempo en el cual el rey tendría que humillarse ante Dios y reconocer que el cielo gobierna y que el Señor es soberano sobre todos los reinos de la tierra, así lo declara Daniel: "La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres”, (Daniel 4:17). El propósito del decreto es triple: (1) para que conozcan los hombres que el Altísimo gobierna el reino de los hombres; (2) el Altísimo da el gobierno a quien quiere; y (3) el Altísimo constituye sobre los gobiernos humanos al más insignificante de los hombres. En todo esto podemos ver la paciencia de Dios en tolerar la soberbia humana y su insistente búsqueda del hombre, ya anteriormente Dios le había dado un sueño revelador a Nabucodonosor respecto a los planes que tenía con los gobiernos humanos y por medio de Daniel le dio la interpretación de aquella estatua que había presenciado y aunque en ese momento reconoció que el Dios de Daniel era soberano y poderoso, no abandono su orgullo, por eso en lugar de adorar al único y verdadero Dios decidió edificarse una estatua de oro, posiblemente a su propia imagen y ordeno que todo el mundo la adorase al oír el sonar de los instrumentos musicales, luego, enfurecido por la fidelidad de los 3 jóvenes hebreos de no traicionar su fe para adorar su estatua de oro, los arrojo en el horno de fuego y presencio con sus propios ojos como un ángel del Señor los habría salvado de su cruel castigo, a esto el rey se volvió a convencer de que el Dios de los hebreos es Dios sobre todos los dioses, sin embargo, en lugar de convertirse a Dios continua en su actitud impía, por ello ahora el Señor le envía una última advertencia que tendría que considerarla porque su rebeldía le traería la mano correctora de Dios. Quiera Dios que nosotros no seamos como este rey, de tantas formas Dios le había hablado, pero como necio endurecía su corazón para seguir en su pecado. Todo esto nos retrata el cuadro de muchas personas que ante la proclamación del evangelio deciden hacer caso omiso de la invitación de salvarse de la condenación eterna y consecuencias del pecado, piensan que sus pecados jamás los alcanzaran, pero se equivocan, aunque pueden ser muchas las advertencias de Dios para sus vidas, un día podría ser la última y si no la aprovechan podrían enfrentar el castigo eterno, por ello el autor de la carta a los Hebreos dice: “... Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”, (Hebreos 3:15).
LA ADVERTENCIA ES DADA AL REY
En este sentido, Daniel le da al rey la dura interpretación: “El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte… tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra… Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere… Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad”, (Daniel 4:20, 22, 25, 27). La verdad es que esta historia tiene que hablar a nuestras vidas, cuantas oportunidades Dios nos da y cuantas advertencias recibimos para apartarnos de la maldad y volvernos a Él en arrepentimiento, pero a veces el hombre hace caso omiso de sus advertencias y continua perseverando en su vida de pecado, ignorando que Dios no puede ser burlado y tarde o temprano las consecuencias de sus pecados los alcanzaran.: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna”, (Gálatas 6:7-8). Ciertamente esto así es, tarde o temprano, las consecuencias de nuestros pecados nos alcanzaran si no nos arrepentimos de ellos y nos convertimos a Cristo.
UN REY SOBERBIO QUE NO ENTIENDE
Todo esto ocurrió de esta manera y el tiempo paso, de hecho, paso un año completo y Nabucodonosor a lo mejor creyó que la palabra de Dios no se cumpliría y por ello se atrevió a continuar en su actitud soberbia hasta el día que fue castigado, esto lo podemos leer: "Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere”, (Daniel 4:28-32). La soberbia de este hombre se deja ver aquí con sus altivas palabras, ya que afirma que esta era la gran Babilonia que él había edificado con su fuerza y poder para su propia gloria. Que triste es ver lo ciego e insensato que estaba este hombre, ya que a pesar de tantas advertencias y ocasiones en las cuales el mismo Dios le había hablado y le había mostrado su poder, su corazón aún seguía enaltecido, se creía que nada ni nadie se podía interponer en su voluntad soberbia, pero se equivocó, porque esta vez la mano del Señor lo alcanzaría. Cuantas personas creen como Nabucodonosor que la prosperidad y el éxito de su vida dependen de su propio esfuerzo y como este se jactan y viven de manera soberbia, considerando a sus semejantes como inferiores, sin saber que su actitud desagrada al Señor, aquel día, después que Nabucodonosor declaro sus soberbias palabras, después de 12 meses de que la advertencia le fue dada, una voz del cielo le habla y le decreta que la sentencia se ejecutara de inmediato hasta que este reconozca la grandeza de Dios. La sentencia es dura, prácticamente su reino le es quitado y es privado de su razón a tal punto que termina creyéndose un animal del campo, no podemos imaginarnos peor y humillante castigo para un ser tan soberbio como este. Ahora, la sentencia no decreta un castigo de juicio final, sino considera un tiempo, 7 tiempos, es decir, 7 años de duración, tiempo en el cual habría de reconocer que el Señor es Dios soberano y da el reino a quien Él quiere. La verdad es que Dios tuvo misericordia con este rey ya que le dio una última oportunidad.
LA LOCURA DE NABUCODONOSOR
Ahora, al final la dura disciplina vino sobre la vida de Nabucodonosor: “En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves”, (Daniel 4:33). No podemos imaginarnos un castigo tan apropiado para un tirano tan lleno de soberbia, este fue humillado, quitándole aquel reino que creyó que nunca perdería, sus aires de grandeza y poder le fueron arrebatados en un mismo día y fue degradado a una condición de animal, ya que se creyó un buey más del campo, tanto así que deseaba comer la hierba del campo, con el tiempo su aspecto se volvió grotesco, porque su pelo le creció y probablemente por la suciedad que acumulo parecía como plumas de águila y sus uñas como garras de ave, en general, sus apariencia se volvió totalmente grotesca a los ojos de aquellos que lo veían. Algunos creen que lo que le paso a este hombre fue que adquirió un trastorno mental que se conoce como zoantropía, un síndrome o enfermedad mental que hace pensar a la persona que es un animal y por ello se comporta como tal. Como haya sido, la verdad es que vemos como la soberbia de un hombre es doblegada y este es totalmente humillado. A parte de la Biblia, este relato no se encuentra en ninguna otra fuente de carácter histórica, sin embargo, al unir la cronología bíblica con los hallazgos arqueológicos y las fuentes cuneiformes y crónicas babilónicas, se percibe un vacío informativo sobre los últimos años del reinado de Nabucodonosor. Este “silencio” ha intrigado a historiadores, teólogos y arqueólogos por generaciones y dicho silencio podría ser consecuencia de su periodo de 7 años de locura.
No podemos dejar de reflexionar en esta gran lección que este pasaje nos da, primero, entender que Dios es Señor soberano y segundo, no olvidar que todo lo que tenemos es porque Él nos lo ha dado, nuestro éxito y logros, nuestro estatus y bienes, nuestra salud y bienestar, todo, absolutamente todo lo que tenemos es porque el Señor nos lo ha dado, por lo que no debemos ser seres soberbios, menospreciando a los demás, creyéndonos superiores que nuestros semejantes solo por nuestro estatus o poder, porque eso es aborrecido por el Señor y a todo orgulloso le viene el quebranto y al humilde de corazón la exaltación: "Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; más con los humildes está la sabiduría”, (Proverbios 11.2). Al Señor le desagradan los altivos de corazón, más con aquellos que son de humilde condición, con los sencillos de corazón que reconocen su soberanía, con ellos es su habitación: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”, (Isaías 57:15). Como Pablo debemos tener en mente que es por la gracia de Dios es que hemos alcanzado nuestro éxito: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy…”, (1 Corintios 15:10). Al final, aquel rey fue humillado, fue echado entre las bestias del campo creyéndose una de ellas y su reino le fue quitado.
No obstante, la misericordia de Dios es grande, porque le vuelve a dar una oportunidad, le dio un momento de lucides mental, tiempo en el cual observa su penosa situación y decide humillarse pidiendo auxilio a Dios: “Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia”, (Daniel 4:34-37). De esta forma, Dios trato con este rey, el rey del imperio más grande que se ha levantado. No sabemos si este rey realmente se convirtió a Dios de corazón, pero si vemos que reconoció su soberanía y poder respecto a los otros dioses paganos y entendió que, si ahora tenía un reino, era porque Dios se lo había dado. Que gran lección para nosotros, no olvidemos que nuestro éxito y logros vienen de Dios, es Dios quien abre puertas y gobierna en todos los asuntos humanos, porque como Daniel dijo, el cielo gobierna.
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