“El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya
altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo
de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envió el rey Nabucodonosor a que
se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes, oidores, tesoreros,
consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las provincias, para que
viniesen a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
levantado”.
Daniel 3:1-2
INTRODUCCIÓN
A
partir del capítulo 3 tenemos una sección narrativa descriptiva histórica cuyo
tema gira alrededor de las palabras dichas por Daniel al rey Nabucodonosor: “… el cielo gobierna”, (Daniel 4:26). En este
sentido, la temática durante la narrativa de esto eventos pretende mostrar la soberanía
de Dios en los asuntos humanos. Aunque la mayor parte de los gobiernos humanos
se han olvidado de Dios, la verdad es que el Señor ejerce su gobierno soberano
sobre todos los asuntos humanos y en esta ocasión vamos a continuar estudiando
el libro del profeta Daniel considerando el relato histórico que tenemos en
este y donde vemos como la mano del Señor se mueve en los asuntos humanos.
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| Los 3 jóvenes se reúsan a adorar la estatua |
LA SOBERBIA DE UN REY HUMANO
A
partir del capítulo 3 inicia una nueva sección del libro de Daniel, podríamos
decir que después de la introducción que se hace en el capítulo 1 y de la gran
revelación de la estatua que Nabucodonosor vio en su sueño, Daniel nos presenta
una sección narrativa histórica donde se presentan las experiencias vividas por
él y sus 3 amigos en medio de diferentes reinos que se levantaron durante el
tiempo de su cautiverio en Babilonia. Es importante hacer notar una vez más que
Daniel es un libro escrito en dos idiomas, hebreo y arameo, y en esta ocasión,
todos los capítulos que consideraremos están escritos en arameo. Iniciamos con
la parte que muestra a un rey totalmente soberbio, envanecido por su poder y la
gloria que el mismo Dios le había permitido alcanzar, nos referimos a
Nabucodonosor: “El rey Nabucodonosor hizo una
estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la
levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia. Y envió el rey
Nabucodonosor a que se reuniesen los sátrapas, los magistrados y capitanes,
oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las
provincias, para que viniesen a la dedicación de la estatua que el rey
Nabucodonosor había levantado”, (Daniel
3:1-2). Es muy probable que después del sueño de la gran estatua que el
monarca tuvo, se inspirara en elaborar una estatua, algunos dicen que
posiblemente fue a su propia imagen, quizás ballada en oro, símbolo de su
orgullo y vanagloria, tan grande que en nuestro tiempo actual equivaldría a una
estatua de al menos 31 metros de alto, por 2.7 m de ancho, tan alta que lograba
apreciarse a lo largo de toda la planicie del territorio de Babilonia. Algunos
críticos opinan que sería casi imposible construir una estatua tan grande como
esta en este tiempo, por lo que sugieren que dicha estatua estaba montada sobre
un gran obelisco que le permitía alcanzar dicha altura. Sin embargo, la
Escritura no dice eso, de hecho, la palabra estatua se traduce del arameo
tsélem, que hace referencia a eso, una estatua.
EL EDICTO SOBERBIO
Ahora,
lleno de orgullo el rey ordenó que todo el mundo tenía que adorar su estatua: “Fueron, pues, reunidos los sátrapas, magistrados, capitanes,
oidores, tesoreros, consejeros, jueces, y todos los gobernadores de las
provincias, a la dedicación de la estatua que el rey Nabucodonosor había
levantado; y estaban en pie delante de la estatua que había levantado el rey
Nabucodonosor. Y el pregonero anunciaba en alta voz: Mándase a vosotros,
oh pueblos, naciones y lenguas, que, al oír el son de la bocina, de la
flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo
instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua de oro que el rey
Nabucodonosor ha levantado; y cualquiera que no se postre y adore,
inmediatamente será echado dentro de un horno de fuego ardiendo”, (Daniel
3:3-6). Es interesante ver que los principales gobernadores y regentes de
Babilonia se hicieron presentes: los sátrapas o protectores y regentes de
territorios, los magistrados, capitanes del ejército, otros oidores, así como
funcionarios del imperio como tesoreros, consejeros y jueces se hicieron
presentes a la dedicatoria de la estatua. De esta forma, la orden fue dada y
se promulgo en todo el reino con la severa advertencia de pena de muerte para
aquel que se negara a hacerlo. Es razonable pensar que todo habitante de
babilonia obedecería y adoraría la estatua al sonar de los instrumentos
musicales ya que la desobediencia conducía a la muerte. Otro detalle de
estos versículos es que aquí aparecen las únicas 3 letras griegas que se
encuentran en todo el libro de Daniel, estas son las palabras identificadas
con los nombres que reciben los últimos 3 instrumentos musicales que son el
arpa, el salterio y la zampona. Considerando esto algunos opinan que el libro
de Daniel no pudo haberse escrito en el tiempo que el profeta Daniel vivió,
sino allá en el siglo II a.C., ya que menciona tres instrumentos musicales citados
por palabras en griego en un arameo transliterado, sin embargo, no debemos
ignorar la influencia que Grecia ya tenía en Medio Oriente en este tiempo y no
es de extrañarse que algunos de sus instrumentos musicales se utilizaran ya en
esta época.
LA FIDELIDAD DE LOS 3 JÓVENES HEBREOS
De
esta forma, al sonar de todos estos instrumentos musicales, todo vasallo del
reino de Babilonia se inclinaba ante la estatua de Nabucodonosor, a excepción
de los 3 Jóvenes hebreos, nos referimos a Sadrac, Mesac y Abeb-negó, los cuales
eran los tres amigos de Daniel que habían sido puesto en posiciones de gobierno
importantes y ante el asombro de los demás, estos no se postraban ante la
estatua que el rey de Babilonia había erigido, esto llevo a unos varones
caldeos, probablemente llenos de envidia, los denunciaran al rey: “Por esto en aquel tiempo algunos varones caldeos vinieron y
acusaron maliciosamente a los judíos. Hablaron y dijeron al rey Nabucodonosor:
Rey, para siempre vive. Tú, oh rey, has dado una ley que todo hombre, al oír el
son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la
zampoña y de todo instrumento de música, se postre y adore la estatua de oro; y
el que no se postre y adore, sea echado dentro de un horno de fuego ardiendo.
Hay unos varones judíos, los cuales pusiste sobre los negocios de la provincia
de Babilonia: Sadrac, Mesac y Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han
respetado; no adoran tus dioses, ni adoran la estatua de oro que has levantado”,
(Daniel 3:8-12). En este contexto, la palabra caldeo no hace referencia a un
título de mago o representante religioso, como lo tiene en el capítulo dos
que ya estudiamos, sino se refiere a la nacionalidad de estos, es decir,
estos hombres que acusaron a los 3 jóvenes hebreos eran babilonios. Es
interesante considerar las palabras hebreas de donde se traduce: “acusaron
maliciosamente”, estas se traducen del hebreo akál queráts, que
literalmente significa “masticar la carne de alguien”, y eso fue lo que
hicieron, prácticamente deseaban devorarse a través de sus acusaciones a los 3
hebreos que habían mantenido su integridad al no arrodillarse ante la estatua
ya que recordemos que se trata de judíos piadosos que obedecían el
mandamiento de su Dios de no postrarse ante ídolos y no rendirles culto.
Pero estos hombres caldeos que posiblemente estaban llenos de envía hacia
ellos por el cargo que tenían vieron la oportunidad para desacreditarlos
delante del rey. De esta forma estos 3 hebreos fueron llevados delante de
Nabucodonosor.
LA AMENAZA DEL REY MALVADO
Luego,
si continuamos el relato vemos que estos 3 jóvenes hebreos fueron llevados ante
la presencia de Nabucodonosor y una vez delante del rey fueron intimidados con fuertes
palabras: “Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con
enojo que le trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos
estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad,
Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la
estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos para que,
al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio,
de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis la estatua
que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis echados en
medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os libre de mis
manos?”, (Daniel 3:12-15). Aquí vemos una escena clásica que
vivimos muchos cristianos a lo largo de nuestra vida ya que en ocasiones el
mismo mundo tratará de intimidarnos para renunciar a nuestra fe, ya sea con
fuertes amenazas o por medio de advertencias de perder alguna oportunidad o de
no encajar en sus ideologías y tren de pensamiento, el mundo va a querer que
nos dobleguemos ante él, rechazando nuestras creencias bíblicas, sin embargo,
como estos 3 jóvenes hebreos debemos mantenernos firmes en nuestras
convicciones. La verdad es que Nabucodonosor era un rey muy temible,
enojarlo o desafiarlo era una sentencia casi inmediata de muerte y sus castigos
eran despiadados, era todo un dictador, déspota y tirano, pero esto no
intimido a los 3 jóvenes hebreos ya que ellos no estaban dispuestos a
traicionar sus creencias.
LA FIRME CONVICCIÓN
A pasar de la fuerte amenaza de este
rey tirano, Sadrac, Mesac y Abeb-nego, se mantuvieron firmes en su decisión de
adorar únicamente a Dios y es totalmente impresionante la respuesta que estos
hombres le dieron a Nabucodonosor: “Sadrac, Mesac y
Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te
respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede
librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si
no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la
estatua que has levantado”, (Daniel 3:16-18). Ellos sabían que
Dios tenía poder de librarlos de su mano, pero, aun si no lo hacía, no estaban
dispuestos a adorar su imagen y rendirse ante sus dioses falsos.
Definitivamente esto es un verdadero ejemplo de firme convicción, una
convicción que todos los cristianos necesitamos para no rendirnos ni
doblegarnos ante la presión del mundo y del pecado, debemos mantener nuestras
creencias cristianas con firmeza y valentía, no permitiendo de que este mundo
influya en nosotros moldeándonos y traicionando nuestra fe: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”, (Romanos 12:2).
LOS 3 HEBREOS SON ARROJADOS AL HORNO DE FUEGO
“Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de
su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase
siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía
en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el
horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos,
sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de
fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado
mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y
Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro
del horno de fuego ardiendo”.
Daniel 3:19-23
Ahora,
ante la valiente y decidida respuestas de estos 3 Jóvenes hebreos,
Nabucodonosor se llenó de ira y aun el aspecto de su rostro se demudo por
lo que ordena a sus súbditos que Sadrac, Mesac y Abed-nego sean arrojados al
horno de fuego el cual fue calentado 7 veces más de lo acostumbrado, tanto
así que las llamas de fuego eran tan intensas alcanzaron a aquellos hombres que
arrojaron a los 3 Jóvenes hebreos, muriendo en el acto. No podemos dejar de ver
el odio satánico que se debió ver reflejado en el rostro de aquel rey malvado, un
enojo que era alimentado por una ira descontrolada al considerar que allí había
3 personas que no se doblegaban ante sus dioses, aun poniendo su integridad
física y misma vida en peligro. La verdad es que este mundo no nunca ha
comprendido la fidelidad de los verdaderos hijos de Dios, aquellos que no se
doblegan ante las costumbres pecaminosas de este mundo, que viven consagrando
su vida para Dios, muchas veces les podrá parecer irracional o fanáticos, pero
la verdad es que no es nada de eso, es nuestra convicción interna que viene de
nuestro amor y comunión con El Espíritu Santo que nos mantiene firmes y no nos
permite traicionar nuestros principios bíblicos. Al final, estos 3 jóvenes
cayeron atados en el horno de fuego ardiendo.
LOS 3 HEBREOS SON RESCATADOS DEL HORNO DE FUEGO
“Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó
apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados
dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He
aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir
ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los dioses.
Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y
dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid.
Entonces Sadrac, Mesac y Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se
juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los consejeros del
rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno
sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas
estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían”.
Daniel 3:24-27
De
esta forma los 3 hebreos fueron echados al horno de fuego, pero lo que paso a
continuación es totalmente increíble y nos habla de la fidelidad de Dios hacia
aquellos que le son fieles y están dispuesto a morir por su nombre, ya que en
Daniel 3:24-27 se nos narra el espanto que el rey Nabucodonosor experimento
al ver una escena que no se esperaba. A lo mejor el rey estaba esperando
oír los gritos de angustia y dolor de los 3 hebreos, pero eso no ocurrió, por
lo que llevado por la curiosidad debió asomarse a ver lo que pasaba en el
interior del horno de fuego y lo que vio lo dejo perplejo, tanto que les
pregunto a sus siervos: … ¿No echaron a tres varones
atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él
dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean en medio del fuego
sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante a hijo de los
dioses… Que increíble historia, una historia que muestra el respaldo
que Dios sabe dar a aquellos que le son fieles. Aquellos hombres estaban
convencidos de que Dios podía salvarlos y aun si no era su voluntad el salvarlos,
estaban dispuestos a morir por su nombre, antes de negar su fe. Al final
Dios los respaldo y envió a su ángel para que los protegiese, este ángel o
ser celestial es descrito por Nabucodonosor como uno semejante a hijo de los
dioses que protegía a los 3 jóvenes hebreos que se paseaban en medio de las
llamas de fuego sin sufrir daño y aun las sogas con las cuales habían sido
atadas se habían quemado, pero ellos y sus ropas no sufrían daño. Esta es la
convicción que hoy en día necesitamos los cristianos, no debemos renunciar a
nuestra fe, aun en medio de las presiones de este mundo, el Señor es poderoso y
puede preservarnos victoriosos en medio de cualquier prueba y aun debemos estar
dispuesto a padecer por su nombre, sin embargo, esto no es fácil, pero en la
medida que nos consagramos a su presencia y aprendemos a amarlo, no habrá nada
ni nadie que nos pueda apartar de su amor: “¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti
somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por
lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro”, (Romanos 8:35-39). Como vemos
aquí Dios honro a fidelidad de sus 3 siervos preservándoles la vida y exaltándoles
delante de aquellos que los habían acusado, así estos 3 jóvenes glorificaron a
Dios con este tremendo testimonio.
NABUCODONOSOR RECONOCE LA SOBERANÍA DE DIOS
“Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de
Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que
confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus
cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por lo tanto,
decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra el Dios de
Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida en muladar;
por cuanto no hay dios que pueda librar como este. Entonces el rey
engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia”.
Daniel 3:28-30
Al
final, Dios honró a estos 3 jóvenes hebreos y una vez más el rey Nabucodonosor
entendió que no hay otro Dios como el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-negó y
promulgo un edicto que ordenaba que cualquier persona en su reino que no
respetase al Dios de estos 3 jóvenes hebreos o que blasfemase en contra de su
reino, fuese descuartizado y su casa convertida en basurero. La conclusión de
Nabucodonosor es que no hay dios que pueda librar como el Dios de los tres
jóvenes hebreos y, ciertamente así es: “Dios,
nuestro Dios ha de salvarnos, y de Jehová el Señor es el librar de la muerte”,
(Salmos 68:20). Aquel día el rey engrandeció a estos 3 jóvenes hebreo y sus
acusadores fueron avergonzados. De esta forma Dios deja clara su soberanía e
influencia en los asuntos del hombre, aunque el hombre no reconozca su poder y
gloria, el Señor continúa teniendo el control de todo, porque como dijo
Daniel: “… el cielo gobierna”, (Daniel
4:26).
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