“En aquellos días unos
profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos,
llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en
toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. Entonces los
discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los
hermanos que habitaban en Judea; lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los
ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”.
Hechos 11:27-30
INTRODUCCIÓN
Con estos últimos 4 versículos llegamos al final del
estudio del capítulo 11 del libro de los Hechos de los Apóstoles, un capítulo
maravilloso, no solo por su contenido histórico, sino también por las grandes
enseñanzas espirituales que encontramos aquí y que nos desafían a imitar la fe
de estos hombres y mujeres que se abrieron paso en la historia como iglesia del
Cristo con la ayuda del Espíritu Santo. Ahora, vamos a ver cómo esta iglesia de
Antioquía organizará una ayuda para apoyar a los cristianos de Judea.
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Antioquía envía ayuda a la iglesia de Judá |
UNA HAMBRUNA ES PROFETIZADA
“En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a
Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el
Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual
sucedió en tiempo de Claudio”.
Hechos 11:28
Lucas nos narra cómo unos profetas descendieron de
Jerusalén a Antioquía y uno de ellos llamado Agabo habló por el Espíritu
Santo dando a entender que una gran hambruna vendría sobre la tierra de
palestina. Es la primera vez que en Hechos se menciona el ministerio de
profeta, también es la primera vez que Lucas nos presenta el nombre de Agabo de
quien no se sabe mucho. Agabo aparece en este texto y en Hechos 21:10-11, en
ambos Lucas lo llama profeta. Fuera de la Biblia existen tradiciones referentes
a su persona, pero no son muy confiables. Es importante hacer notar que este
profeta habló por el Espíritu Santo, lo cual nos dice que sus palabras
no eran consecuencia de intuiciones o algún tipo de adivinación, sino, más
bien, el mismo Espíritu Santo hablaba para alertar a la iglesia. Vemos que el
papel de la profecía en esta época de la iglesia tenía como propósito alertar
espiritualmente a la iglesia para prepararse para continuar su obra, en este
caso en específico, les alertaba a los miembros de la iglesia de Antioquía que
sus hermanos de la iglesia de Judea pasarían grandes necesidades debido a una
hambruna que se acercaba. Lucas, como todo un historiador, es preciso al
establecer el periodo en el cual se dio esta hambruna: … la cual sucedió en tiempo de Claudio. La historia confirma que durante el tiempo de
Claudio como emperador de Roma (41–54 d.C.) se dieron algunas hambrunas en
diferentes partes del imperio, también, Flavio Josefo en su obra, Antigüedades
de los Judíos, resalta el hecho de que fue necesario comprar grano de Egipto y
Chipre para hacer frente a las necesidades, además de Tácito y Suetonio que
registraron periodos de escasez en algunas regiones del imperio.
UNA COLECTA ES ORGANIZADA
“Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; lo cual en
efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”.
Hechos 11:27-30
Como consecuencia de la profecía la iglesia de
Antioquía no se quedó indiferente, sino decidió organizar una colecta para
ayudar a sus hermanos en Cristo de la iglesia de Judea: Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea. La palabra, “socorro”, se traduce del griego, diakonían
(διακονίαν), palabra de donde proviene el
termino diacono y en este caso hace referencia a la ofrenda de ayuda económica
que se enviaría a la iglesia de Judea. Podemos ver la gran solidaridad que
existían en la iglesia en este tiempo, a pesar de que eran judíos y ellos
gentiles, no existió ningún tipo de prejuicio racial o denominacional
para apoyar a la iglesia de Judea, también, la ayuda de cada uno consistió en
dar según las posibilidades económicas de cada uno, no fue una cuota fija
impuesta, sino, cada quien, según sus recursos, diese lo que Dios pusiese en su
corazón. Para enviar la ofrenda recogida, la iglesia de Antioquía decide
apoyarse de dos hombres que ya se reconocían entre ellos como grandes
servidores, Bernabé y Saulo. Saulo, quien llegaría a llamarse Pablo, aprendió
muy bien este principio y en sus cartas podemos leer como organizo colectas de
ayuda para iglesias que estaban necesitadas de ayuda, así leemos como la
iglesia de Corinto ayudó a las iglesias de Macedonia: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que
se ha dado a las iglesias de Macedonia; que, en grande prueba de tribulación,
la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su
generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus
fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas”, (2 Corintios 8:1-3). Y en
su carta a los Romanos resalta la generosidad de las iglesias de Acaya y
Macedonia al enviar ofrendas de ayuda para los pobres de la iglesia en
Jerusalén: “Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar
a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para
los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén. Pues les pareció
bueno, y son deudores a ellos; porque si los gentiles han sido hechos
participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de
los materiales”, (Romanos 15.25-27). Esta ayuda que la iglesia de
Antioquía decide enviar por medio de Bernabé y Saulo estaba dirigida a los
ancianos de la iglesia de Jerusalén: lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de
Bernabé y de Saulo. Es la primera
vez que Lucas menciona la palabra “anciano” como un rol de líder o persona con
autoridad dentro de la iglesia, esta palabra se traduce del griego presbutérous
(πρεσβυτέρους), y literalmente significa
anciano, pero en Israel desde tiempos muy antiguos también se les designaba con
este nombre a aquellos hombres que fungían como lideres dentro de las aldeas y
ahora vemos como la iglesia también tomo esta figura de anciano para asignárselas
a hombres quienes debían desempeñar funciones de liderazgo. Es curioso
ver que Lucas no dice que la ayuda fue enviada a los apóstoles, quienes
anteriormente ya habían desempeñado esta función de administrar y repartir la
ayuda entre todos los hermanos necesitados: “Así que
no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades
o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies
de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad”,
(Hechos 4:34-35). En esta ocasión, son los ancianos quienes recibirán la ayuda para
administrarla según las necesidades, lo cual nos muestra una especie de evolución
organizacional en la comunidad cristiana de Jerusalén, ya que hasta el
momento la dirección había estado a cargo de los 12 apóstoles (contando a Matías),
luego, ya vimos cómo surgió la figura de diáconos para ayudar a servir en las mesas
de las viudas de los judíos griegos, ahora, una nueva figura de liderazgo ha
surgido, los ancianos u obispos, como también se le conocería, y pronto se convertirían
en modelo común en el resto de iglesias: “Pablo y
Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en
Filipos, con los obispos y diáconos”, (Filipenses 1:1).
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