Defensa a la autoría del libro de Daniel


 

“En el año tercero del reinado del rey Belsasar me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que me había aparecido antes”.

Daniel 8:1

 

INTRODUCCIÓN

 

Al leer las palabras escritas en Daniel 8:1 queda más que claro que estas fueron visiones dadas por Dios a Daniel, su siervo, de allí que la iglesia conservadore le atribuye la autoría de dicho libro a este mismo personaje. No obstante, para otro grupo esta afirmación no es aceptable ya que ponen en tela de juicio su autoría y hasta el carácter del libro como inspirado por el Espíritu Santo. Vamos en esta oportunidad a considerar cuales son las diferentes objeciones que algunos hacen en contra de la autoría de Daniel y una defensa a la misma.

 

Defensa-libro-Daniel

Detalle del Libro de Daniel, en la "Biblia de Barth". Lengua alemana baja media, siglo XVI

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DEFENSA A LA AUTORIA DE DANIEL

 

En cuanto a la autoría del libro, tradicionalmente se le ha atribuido a Daniel, el personaje que aparece en este libro sin embargo, se han presentado algunas objeciones que lo niegan, de estas podemos mencionar al menos 6 de ellas como la posición que el libro tiene en el canon hebreo, los supuestos fallos históricos que algunos críticos afirman que se encuentran en el libro de Daniel, la impugnación que también hacen a la mención de Belsasar en dicho libro, así como otros argumentos lingüísticos, filológicos y teológicos que algunos críticos hacen en cuento a este libro y finalmente tenemos el argumento vaticinium ex eventum. Sin embargo, nosotros pudiéramos objetar cada uno de estos argumentos, pero veamos en que consiste cada uno de ellos.

 

Objeciones a la autoría de Daniel: Su posición en el canon hebreo.

 

La primera objeción que se presenta es la posición que el libro de Daniel tiene en el Canon Hebreo, algunos críticos afirman que este libro fue escrito muchos después del 530 a.C. y por tanto, no pudo haber sido escrito por Daniel ya que no pertenece a la división de profetas dentro del Tanak, que es la Biblia de los Hebreos y que corresponde al Antiguo Testamento de la Biblia cristiana, con la diferencia de que clasifica los libros en solo 3 secciones y algunos libros que nosotros tenemos divididos en dos partes, como 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Samuel, entre otros, son considerados por los hebreos como un solo volumen. Los que defiende esta objeción observan que Daniel no fue incluido en la división Nevim o de profetas, porque esta había sido cerrada cuando este libro se escribió y el hecho de que lo hayan clasificado en la sección Ketuvim, junto con los libros que nosotros llamamos poéticos y algunos históricos, los lleva a creer que fue escrito en un periodo de la historia diferente al que tradicionalmente se ha propuesto. En este sentido algunos fechan el libro alrededor del 165 a.C. Sin embargo, el hecho de que el libro no pertenezca a la división de los profetas en el Tanak no necesariamente sugiere que el libro no fue escrito por Daniel, los libros agrupados en la sección del Nevim corresponde a aquellos hombres que poseían delante de Israel el oficio de profeta, digamos, “a tiempo completo”, pero en el caso de Daniel, su oficio principal fue como funcionario de estado, a tal punto que eso debió llevar a los judíos a clasificarlo dentro de la sección de Neviim o Escritos. Lo otro es entender lo que para los judíos significa un profeta. Un profeta no es solo alguien quien predice eventos futuros, sino, alguien a quien Dios le habla directamente y le comunica su voluntad, la cual es comunicada al pueblo, en este sentido, profeta es Abraham, Noé, Josué y todo aquel a quien Dios le hablo, pero en el caso de Daniel, no tenemos ningún versículo donde Dios le hablase audiblemente, sino, más bien, fue un vidente, es decir, recibió de parte del Señor tremendas visiones de las cuales recibió de la mayoría interpretación con la ayuda de un ángel. De esta forma esta objeción es negada.

 

Objeciones a la autoría de Daniel: ¿Fallos Históricos?

 

Otra objeción muy común es la que afirma encontrar fallos históricos en su relato. El mejor ejemplo de esto lo comparan con las palabras de Daniel 1:1 que contrastan con las afirmaciones de Jeremías 25.1 y 46.2.

 

Ø  “En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió”, (Daniel 1:1).

Ø  “Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, el cual era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia”, (Jeremías 25:1).

Ø  “Con respecto a Egipto: contra el ejército de Faraón Necao rey de Egipto, que estaba cerca del río Éufrates en Carquemis, a quien destruyó Nabucodonosor rey de Babilonia, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá”, (Jeremías 46:2).

 

Según Daniel, fue en el año tercero del reinado de Joacim, rey de Juda, que Nabucodonosor sitio Jerusalén, no obstante, Jeremías afirma que fue en el año cuarto del reinado de Joacim, y no en el tercero. Esta supuesta contradicción se explica entendiendo como ambos pueblos, los judíos y los caldeos, contaban los años de reinado de un monarca. Para los babilonios, el primer año de reinado de un monarca se le conocía como su año inaugural, de tal manera que su segundo año se convertía en el año primero, el tercer año en su año segundo y así sucesivamente; en cambio los judíos contaban los años de monarquía tal y como lo hacemos en la actualidad. Así que, en este sentido, Jeremías utiliza el sistema de conteo de años de un monarca según la costumbre judía, y si es así, Joacim tenía 4 años de estar en el reino; pero Daniel utiliza el sistema caldeo, ya que recordemos que se encuentra cautivo en Babilonia, así que mientras para Jeremías habían pasado 4 años de reinado del rey Joacim, Daniel dice que fue en el año tercero de este, ya que contaba el año inaugural, mas 3 años, esto hace un total de 4 años. De esta forma, esta objeción es desmentida.

 

Objeciones a la autoría de Daniel: Impugnación a la mención de Belsasar.

 

Otra objeción es la famosa impugnación a la mención de Belsasar como rey de Babilonia. De acuerdo con la historia no existió un rey que se llamara Belsasar y el último rey de Babilonia fue Nabonido. Aunque Daniel 7:1 menciona que Daniel recibió visiones en el primer año del reinado de Balsasar, uno podría entenderlo en el sentido de que era Belsasar el encargado de Babilonia y esto era así porque para este momento su padre, Nabonido no se encontraba en la nación, ya que, según la historia, este permaneció un buen tiempo en el oasis árabe de Taima, por lo que dejo a su hijo Belsasar como su segundo a cargo del reino en Babilonia. Ahora, aunque en Daniel 5:2 se hace referencia a Nabucodonosor como “su padre”, no debemos entenderlo como “hijo de este”, más bien recordemos la costumbre de los tiempos bíblicos de llamar padre al antepasado más predominante de la familia. Otra evidencia bíblica de que Belsasar no era el rey de Babilonia, sino el segundo, son sus palabras donde promete hacer a Daniel el tercero en el reino si le traduce la escritura en la pared: “Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino”, (Daniel 5:15). Le ofrece ser el tercero en el reino, no el segundo, porque Belsasar era el segundo en el reino ya que su padre Nabonido era el rey.

 

A parte de los argumentos anteriores en contra de la impugnación de la mención de Belsasar también tenemos evidencia arqueológica que confirma la existencia de este personaje que aparece en la Biblia, uno de esos es El Cilindro de Nabonido, el cual es un texto inscrito en acadio cuneiforme en el cual Nabonido quien fue el último rey del Imperio neobabilónico, describe las reparaciones de tres templos, de estos hay dos copias, una se encuentra en Berlín y el otro en el museo Británico. Estos fueron descubiertos en 1854 por el británico John Taylor el cual excavó en unas ruinas de la antigua ciudad de Ur, lo que ahora es el sur de Irak. En uno de estos cilindros de Nabonido se ha encontrado una oración al dios de la luna por “Belsasar, el hijo mayor, mi descendencia”. Así, se confirmó la existencia de Belsasar, como hijo primogénito de Nabónido y heredero de su trono. Luego, en 1882, se publicó una traducción de otro texto cuneiforme antiguo descubierto el cual se conoce como la Crónica de Nabónido en el cual el rey Nabonido pasa ausente de Babilonia desde el 549 a. C. hasta por lo menos el 545 a.C. viviendo en Taima, Arabia y durante este periodo se aclara que Nabonodo dejo al “príncipe heredero”, para que se hiciera cargo de los asuntos del reino durante ese tiempo, lo cual confirma el relato Bíblico de Belsasar como el segundo del reino.

 

Objeciones a la autoría de Daniel: Argumento lingüístico-filológico y Teológico.

 

Otra objeción que la crítica ha sostenido en cuanto a la autoría del libro de Daniel son los argumentos lingüístico-filológico y Teológico. Cuando hablamos de filológico nos referimos a un estudio de las palabras de un texto antiguo que pretende reconstruir e interpretar el texto lo más fiel posible al pensamiento original del autor basado en su contexto cultural que lo produjo, muy similar a la Hermenéutica, pero más profunda, de allí que a esto se le llame filología, que literalmente significa “amor a las palabras”. Ahora los que objetan que Daniel no pudo haber sido el autor de este libro tratan de basarse en un argumento lingüístico y filológico afirmando que las palabras e idiomas que aparecen en este son característicos de un periodo mucho más tardío, lo que ubicaría la época en la cual fue escrito el libro alrededor de la época de los Macabeos, es decir, el siglo II a.C. Siguiendo este argumento las afirmaciones para sustentar esto son:

 

1.     El hecho de que Daniel está escrito en dos idiomas, el arameo y en hebreo. Los capítulos 1:1 al 2:4 y del capítulo 8:1 al 12:13 fueron escritos en hebreo mientras que desde el capítulo 2:4 hasta el 7:28 está escrito en arameo. Ahora, en cuanto a esta objeción podemos decir que las porciones bíblicas que están escritas en lengua aramea fueron escritas en este idioma porque es un mensaje que contempla el plan de Dios para con los gentiles y no olvidemos de que el arameo era una lengua semítica que se había convertido para esta época en un idioma universal en el Medio Oriente antiguo, así que parece pertinente de que Daniel escribiese dichos capítulos es esta lengua, mientras que las porciones que están en hebreo describen profecías relacionadas con el plan de Dios con Israel, así que se escribió en la lengua de los judíos.

2.    Otra afirmación que la crítica hace para fortalecer su argumento lingüístico-filológico es la aparición de alrededor de 19 palabras persas y 3 griegas en el texto de Daniel. Dicen que las palabras persas pertenecen a un periodo cercano al siglo II a.C. y que la aparición de 3 palabras griegas evidencia la influencia griega helenística que Alejandro Magno promovió y sobrevivió durante el periodo Intertestamentario. En cuanto a la aparición de palabras persas en el libro de Daniel es importante no olvidar de que Daniel también sirvió como administrador del reino Medo Persa, muchas de estas palabras son de carácter administrativo y se ha demostrado que eran usadas en el siglo VI a.C. En cuanto a las palabras griegas que aparecen en el libro de Daniel no podemos ver ninguna influencia helenística en este libro, ya que hablamos solo de 3 palabras griegas y estas corresponden a nombres de instrumentos musicales. No es difícil entender que estos instrumentos musicales conservaron sus nombres originales ya que Grecia tenía relaciones comerciales con el Medio Oriente desde antes de las conquistas de Alejandro Magno.

 

Ahora, el otro argumento es el teológico el cual afirma que la teología del libro de Daniel es muy avanzada para su tiempo. Los que así opinan afirman que la teología del libro de Daniel armoniza más bien con los escritos apocalípticos del periodo macabeo y tiempos posteriores. Estos consideran que los temas de la resurrección, la temática relacionada con los ángeles y el juicio venidero son demasiadas avanzadas para ser escritas en el siglo VI a.C. En respuesta a esas objeciones debe observarse que la doctrina de los ángeles se encuentra arraigada en todo el Antiguo Testamento. Tanto el Pentateuco como los libros históricos y proféticos contienen enseñanzas abundantes tocante a los ángeles y su ministerio. La esperanza de la resurrección es mencionada Job 19:25 y el Salmos 16:10 corresponde a un salmo mesiánico que habla de la resurrección de Cristo. En cuanto a la doctrina del juicio venidero, este abunda en el AT, es anunciada por profetas como Sofonías, Zacarias y Malaquías. Por tanto, dichos argumentos que el alta critica hacen no podríamos tomarlos como ciertos ante la presencia de estas doctrinas en otros libros del AT.

 

Objeciones a la autoría de Daniel: Argumento Vaticinium Ex Eventum.

 

La última objeción en cuanto a la autoría de Daniel es el argumento Vaticinium Ex Eventum que es un término técnico cuyas palabras están en latín y literalmente significan “profecía o predicción desde el evento” y se refiere a un acontecimiento histórico que ya había pasado y que se escribió posteriormente como si fuese una profecía. Los críticos que defiende este punto les es imposible creer que el libro se haya escrito en el siglo VI. A.C. ya que posee profecías tocantes a los surgimientos de reinos futuros como Grecia y Roma que distaban en el tiempo de que ocurriesen, o profecías tocantes a las batallas de los reyes del sur y el norte que corresponden históricamente a las contiendas entre los descendientes seleucos y ptolomeos. La precisión histórica de las profecías es sorprendente y hace creer a algunos que es imposible que se haya escrito dicho libro antes de que estos acontecimientos históricos ocurrieran. El problema con este argumento es la incredulidad. Para estas personas le es difícil creer en el poder sobrenatural de Dios, nosotros por el contrario creemos que Dios le revelo a su profeta Daniel todas estas cosas, profecías que en su mayoría se han cumplido volviéndose historia con una precisión tan sorpréndete que resalta el carácter divino y evidencia que la Biblia es realmente la palabra de Dios.

 

ADICIONES APÓCRIFAS AL LIBRO DE DANIEL

 

A parte de todo esto podemos decir que el libro de Daniel tiene algunas adiciones que se pueden observar en las Biblias católicas y de la iglesia ortodoxa las cuales se consideran apócrifas, es decir, no forman parte del canon bíblico y por tanto no se pueden considerar Escritura inspirada por Dios. Generalmente estas adiciones fueron escritas entre los siglos III y I a.C. y se encuentran escritos en el idioma griego. La primera de ellas de las que podemos hablar es La Oración de Azarías y el Cántico de los Tres Jóvenes, este trata acerca del relato de la oración que Azarías, uno de los 3 jóvenes que fueron arrojados al horno ardiente elevo a Dios. Se encuentra presente en las Biblias Católica y Ortodoxa, y que se ubica después del versículo 23, del capítulo 3 del Libro de Daniel. También aparece en la Septuaginta y la Biblia del Oso. También tenemos la Historia de Susana, un relato que cuenta la historia de una mujer virgen que es deseada sexualmente por dos ancianos jueces del pueblo judío que se encontraban en el exilio. Al reusarse Susana a sus deseos, estos la acusas de fornicación y justo cuando estaba a punto de ser apedreada por el pueblo, aparece el joven Daniel para volver a considerar su caso en un juicio donde los dos jueves ancianos son descubiertos en su mentira y mueren en lugar de Susana. Finalmente, tenemos la Historia de Bel y el Dragón, una historia apócrifa que narra cómo Daniel le demostró a Ciro, el rey de Persia, que el ídolo Bel, en forma de Dragon o Reptil gigante, no es el que se comía todas las ofrendas alimenticias que le llevaban, sino eran sus sacerdotes paganos quienes lo hacían, usando el Dragon como engaño.




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