“Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey. Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos. Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos”.
Hechos 12:20-25
INTRODUCCIÓN
En estos últimos versículos del capítulo 12 del libro
de los Hechos de los Apóstoles el historiador Lucas nos narra el terrible final
de Herodes Agripa I. Recordemos que esta es la primera vez que se levanta un
enemigo de la iglesia diferente a los lideres religiosos de Jerusalén. Hasta el
momento la iglesia había sido perseguida por los judíos religiosos, pero, ahora
es perseguida por un funcionario del gobierno, en este caso, el rey Herodes
Agripa I. En estos versículos Lucas nos muestra el final que tienen aquellos
soberbios que se atreven a perseguir y lastimar a su iglesia, versus, el
contraste con el crecimiento y prosperidad de su iglesia, aun en medio de la persecución.
LA DISPUTA ENTRE HERODES Y LOS DE TIRO Y SIDÓN
“Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos
vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del
rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey”.
Hechos 12:20
Lucas nos da más detalles históricos que nos ayudaran
a ubicarnos en el tiempo, en este caso, al hablar de la muerte de Herodes
Agripa I, sabemos que nos encontramos en el año 44 d.C., 10 años atrás de los
acontecimientos de pentecostés. En este caso se nos dice que Herodes tenía una
disputa en contra de los de Tiro y Sidón: Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón; pero ellos
vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que era camarero mayor del
rey, pedían paz, porque su territorio era abastecido por el del rey”. Tiro y Sidón eran ciudades puertearías en la región
de Fenicia que vivían del comercio marítimo. No sabemos con exactitud la razón
de las disputas, probablemente eran de carácter económicas, sin embargo, los de
Tiro y Sidón sabían que, si Herodes colocaba una restricción para el comercio
con ellos, el hambre azotaría a sus ciudades ya que el grano provenía de la
parte de Israel, por lo que deciden sobornar a Blasto, su camarero, para que
les concediese audiencia con él y así poder hacer la paz.
LA SOBERBIA DE UN REY ES CASTIGADA POR DIOS
“Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales, se sentó en el
tribunal y les arengó. Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de
hombre! Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a
Dios; y expiró comido de gusanos”.
Hechos 12:21-23
Después de que Herodes Agripa I resolvió su disputa
con los de Tiro y Sidón, este realizó una reunión con varias personas de su
reino: Y un día señalado, Herodes,
vestido de ropas reales, se sentó en el tribunal y les arengó. Lucas nos dice que, en este día señalado, Herodes
llego vestido con sus ropas reales y se sentó en el tribunal y les arengó, es
decir, les dirigió un discurso elocuente y persuasivo. Podemos complementar la
narrativa de Lucas con la de Flavio Josefo, quien, en su obra, Antigüedades de
los Judíos, libro XIX, capítulo 8, párrafos 343–361, nos narra este mismo
acontecimiento desde su perspectiva histórica: “Cuando
Agripa llevaba tres años enteros gobernando en Judea, llegó a la ciudad de
Cesarea, que en el pasado se llamaba la Torre de Estrato. Allí preparó una
exposición en honor de César, inaugurándolo como un festival para el Emperador.
Y vinieron un gran número de oficiales de alto rango y condición”.
Gracias a Flavio Josefo, un historiador judío no cristiano, sabemos que Herodes
estaba allí para celebrar una festividad en honor al Cesar, y fue aquí que se presentó
con sus ropas reales y de acuerdo al relato de Lucas, dirigió sus palabras a
todos los presentes. Flavio Josefo nos agrega más detalle en cuanto a las ropas
reales que llevaba: “Al día siguiente, a la salida
del sol, se puso una túnica toda ella de plata y caminó hacia el teatro.
Entonces la plata brilló con todo su esplendor causando una especie de temor y
de temblor en aquellos que estaban viendo el espectáculo”. Durante su
discurso a la audiencia, la posición que ocupaba Herodes permitía que los rayos
del sol que recién salían cayesen sobre él, haciendo que su túnica de plata
brillase en gran manera, lo cual aunado a su gran discurso, asombro en gran
manera a la audiencia. Flavio Josefo nos dice que cuando aquellas personas
presenciaron este espectáculo, comenzaron a considerarlo como si fuese un ser
divino: “De inmediato la multitud llamó desde
varios lugares, con palabras que en verdad no eran para su bien, tratándole
como a Dios, y gritando: ‘En el pasado te hemos honrado como hombre, pero ahora
te honramos con una naturaleza superior a la de cualquier mortal”. Este
testimonio concuerda con el de Lucas que afirma que la gente lo consideraba
como un dios: Y el pueblo aclamaba
gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
Esto debió engrandecer el orgullo de Herodes, sin embargo, Dios lo vio
con desagrado a tal punto que decide castigar a este malvado monarca: Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria
a Dios; y expiró comido de gusanos. Flavio Josefo
describe esta misma escena con las siguientes palabras:
“El rey no reprendió, ni se mostró en desacuerdo con las lisonjas de la
multitud... Sintió un agudo dolor abdominal, comenzando con un violento
ataque... Fue llevado rápidamente al palacio... Y cuando hubo sufrido
continuamente durante cinco días, a causa del dolor en el abdomen, murió a la
edad de cincuenta y cuatro años, después de haber estado gobernando durante
siete años”. El mismo Flavio Josefo reconoce que Herodes debió haber
reprendido al pueblo por considerarlo como un dios y por no hacerlo le vino en
el momento un dolor abdominal con un violento ataque que lo hizo abandonar
aquel lugar, solo para morir 5 días después, no obstante, Lucas nos muestra que
todo esto fue un castigo de Dios para este malvado y prepotente hombre. De
hecho, más tarde en la historia, Eusebio de Cesarea vio este acontecimiento
como un verdadero castigo que Dios le dio a Herodes Agripa I por su soberbia y
haber perseguido a su iglesia: “Cuando
Herodes, el rey, hubo matado a Santiago, el hermano de Juan, con la espada, y
viendo que esto agradaba a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Pero
Pedro fue liberado milagrosamente por un ángel. Poco después, Herodes recibió
el castigo divino por no haber dado gloria a Dios, y murió”,
(Historia Eclesiástica II.10).
LA IGLESIA CONTINUABA PROSPERANDO
“Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. Y Bernabé y
Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a
Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos”.
Hechos 12:24-25
Los últimos dos versículos de este capítulo
nos infieren una gran enseñanza: Aunque la iglesia parezca indefensa y se
levantes grandes oponentes, estos están destinados a fracasar y perecer,
mientras que la iglesia continuará prosperando. Mientras que aquel
vanaglorioso hombre llamado Herodes Agripa I moría comido por los gusanos y así
su gloria se desvanecía, la iglesia que creyó seria destruida, prosperaba: ero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. Ciertamente el Señor respalda su obra y nadie podrá
detenerla, no existe arma que el enemigo pueda forjar que prospere en contra de
su iglesia ya que aun en medio de la más cruel persecución, la iglesia de
Cristo ha perseverado a lo largo del tiempo. De hecho, esta ya había crecido más
allá de las fronteras de Israel, había llegado a Samaria y Antioquia de Siria,
pero, se extendería más allá, por toda Asia Menor, Grecia o Roma, y aquí
aparecen nuevamente dos hombres a los cuales el Espíritu Santo usaría en un
futuro cercano: Y Bernabé y Saulo, cumplido
su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que
tenía por sobrenombre Marcos. Aquí hay un
detalle que queremos señalar, Lucas se refiere a Bernabé y Saulo, y no a Saulo
y Bernabé, así lo presenta en Hechos 11:30; 13:2, 7. Por ser Bernabé el primero
en mencionarse se nos sugiere que él era el líder y Saulo su discípulo. Pero
con el tiempo el discípulo crecería y se volvería en una de las figuras
principales del evangelio, cambiándose el nombre a Pablo.
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