“El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de
sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del
vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre
había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus
grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron traídos los vasos de oro
que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y
bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro
y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. En aquella misma hora
aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero
sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que
escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se
debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra”.
Daniel 5:1-6
INTRODUCCIÓN
El
Cielo gobierna, es una frase que encontramos allá en Daniel 4:26 describe muy
bien los estudios que hemos estado considerando, de hecho, el libro de Daniel
pretende dejarnos esa enseñanza, ya que si bien es cierto, en este encontramos
increíbles profecías en cuanto a algunas naciones que habrían de venir en el
futuro, pero en todo se deja ver que no es por casualidad o intención humana,
sino es el plan de Dios para las naciones gentiles y la nación de Israel, un
plan que muestra que todo ocurre tal y como su voluntad lo ha establecido de
ante mano.
Rembrandt's
depiction of the biblical account of Belshazzar seeing "the writing on the
wall“.
|
By
Rembrandt - www.nationalgallery.org.uk : Home : Info, Public Domain,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67423 |
UN REY INSENSATO
Si
recordamos hasta el momento hemos estudiamos los capítulos del 1 al 4 del libro
de Daniel, capítulos que poseen un estilo histórico narrativo donde se
entremezcla algunas visiones y sueños dirigidos a Nabucodonosor que tienen como
propósito mostrarle el plan de Dios para las naciones gentiles y su soberanía
en todos los asuntos humanos. Ahora, los capítulos 5 y 6 presentan una sección
histórica narrativa que prácticamente pretende dejarnos la misma enseñanza: La
soberanía de Dios en los asuntos humanos. Hasta el capítulo 4 consideramos
a un rey arrogante y soberbio que fue humillado por Dios, luego en este
capítulo 5 veremos a un rey insensato que también será humillado por el Señor.
Los capítulos 5 y 6, al igual que los vistos en el estudio anterior, están
escritos en arameo, no olvidemos que este libro fue escrito en dos idiomas, el
hebreo y arameo, y en el capítulo 5 inicia una nueva sección donde
Nabucodonosor ya se encuentra muerto, los años han pasado y un nuevo monarca se
encuentra sentado en el reino de Babilonia: “El rey
Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los
mil bebía vino”, (Daniel 5:1). De acuerdo con el relato, pareciera
que Belsasar es el nuevo monarca de Babilonia y este hizo un gran banquete a
todos sus príncipes, mostrándonos de que a este rey le gustaba del
despilfarro y borracheras, el problema con todo esto es que este hombre,
acalorado por el mucho vino, se atrevió a cometer una profanación de los
utensilios santos del templo del Señor: “Belsasar,
con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que
Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen
en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron
traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que
estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y
sus concubinas. Bebieron vino, y
alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de
piedra”, (Daniel 5:2-4). El relato bíblico nos muestra cómo en
medio de sus borracheras, glotonerías, lascivias e idolatría, se atrevieron a
tomar vino en los vasos de oro del templo de Jehová, esto definitivamente era
una verdadera blasfemia, pero a estos hombres idolatras esto no les
importaba. Hoy en día nosotros también vivimos en un mundo que se ha olvidado
de Dios y ve con menosprecio a la Biblia y su santo mensaje, muchos lo han
profanado agregándoles libros que no son inspirados por Dios, otros han
alterado o tergiversan el santo mensaje para que diga lo que a ellos les
conviene y así engañan a muchos con sus falsas doctrinas. A Belsasar no le
interesaba respetar los utensilios santos del Templo, porque era un hombre
impío y profano. Fue debido a su insolente profanación, que el Señor les
mando una advertencia que anunciaba su pronta ruina: “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de
hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del
palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y
sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban
la una contra la otra”, (Daniel 5:5-6). La escena debió ser espantosa
para todos aquellos impíos, la borrachera les debió desaparecer ante el
profundo miedo que debió apoderarse de ellos y, de hecho, así lo declara el
texto que leímos, ya que Belsasar al observar aquellos dedos que escribían,
palideció, se turbó de pensamientos, sus fuerzas lo abandonaron y tanto era su
terror que hasta sus rodillas temblaban.
LA ESCRITURA EN LA PARED
“El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y
adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta
escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar
de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. Entonces
fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la
escritura ni mostrar al rey su interpretación. Entonces el rey Belsasar se
turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos”.
Daniel 5:7-9
Ahora,
allí en Daniel 5:7 nos dice que este grito y pidió que los sabios de Babilonia
viniesen para que le dieran la interpretación de la pared, sin embargo, antes
de seguir con el estudio del texto es importante que consideremos que en
Daniel se le llama a Belsasar rey, lo cual sugiere que Belsasar era el rey de
Babilonia y esto por muchos años fue un punto de crítica para aquellos que no
aceptan el mensaje de la Biblia ya que según la historia nunca hubo un rey en
Babilonia que se llamara Belsasar y, por tanto, algunos opinaron que se
trataba de un error que ponía en tela de juicio la credibilidad de la Biblia. Si
consideramos la historia, entendemos que el último rey de Babilonia,
antes de su conquista por los medos y persas, fue Nabonido, y gracias a
la arqueología se ha podido comprobar que este tuvo un hijo al cual este lo
dejo como regente de Babilonia en su ausencia, esto es corroborado en el
famoso Cilindro de Nabonido, en el cual se encuentra una oración que este
dirige al dios de la luna por su hijo, al cual llama por nombre llamándolo “Belsasar, el hijo mayor, mi descendencia”. De
esta forma, la arqueología confirmó la veracidad de la Biblia y nos ayuda a
entender porque Belsasar estaba sentado en el trono en ese momento. Ahora
volvamos una vez más al texto que nos ocupa y vemos que el rey grito en alta
voz que hicieran venir a los magos, caldeos y adivinos para que revelaran la
interpretación de la escritura de la pared, la forma de como lo hace deja ver
el pánico y aflicción de espíritu que lo atormentaba, en todo esto, es
interesante leer las palabras que Belsasar dice respecto a la recompensa que
tendrá aquel que logre interpretarlo: “El rey gritó
en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los
sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su
interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su
cuello, y será el tercer señor en el reino”, (Daniel 5:7). Las
palabras de Belsasar confirman que él mismo no era el rey, sino solo el
príncipe, el segundo al mando, porque entre lo que ofrece a aquel que le pueda
interpretar la escritura de la pared está el convertirlo en el tercer señor en
el reino, ¿pero por qué no le promete convertirlo en el segundo del reino? Porque
él mismo, Belsasar, era el segundo en el reino, Nabonido, su padre, era el
primero y, por lo tanto, lo único que puede ofrecer es convertir en el tercero
de importancia en el reino a aquel que le ayudase, tal y como el Cilindro de
Nabonido lo confirma. El problema con todo esto que Belsasar hizo es que ninguno
de sus sabios pudo revelarle la interpretación de la escritura de la parad,
tanto así que su alma desfalleció: “Entonces fueron
introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni
mostrar al rey su interpretación. Entonces el rey Belsasar se turbó
sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos”, (Daniel
5:8-9). La verdad es que hay misterios de parte de Dios que el hombre natural
no puede interpretar o entender, no importa su sabiduría o prácticas espiritistas
o religiosas, la verdad es que lo espiritual se interpreta con la ayuda del
Espíritu Santo, así lo confirma el apóstol Pablo: “Pero
el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque
para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir
espiritualmente”, (1 Corintios 2:14).
El consejo de la reina madre
Fue
por ello que, ante la incapacidad de todos los sabios de Babilonia de
interpretar la escritura de la pared, la reina se atreve a hablar a Belsasar
para aconsejarle que busque a otro hombre que, si le podía dar la
interpretación: “La reina, por las palabras del rey
y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para
siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. En tu reino hay
un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu
padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los
dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre
todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, por cuanto fue hallado en él
mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar
enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre
Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación”,
(Daniel 5:10-12). Aquí tenemos el consejo de esta mujer a la cual el texto
llama “La reina”, algunos opinan que se trata de la madre de Belsasar, esposa
de Nabonido y por ello algunos teólogos la llaman la reina madre. Ella le hace
ver a Belsasar que en los tiempos de su padre Nabucodonosor existió un sabio
que aún vivía y que superaba en inteligencia y entendimiento para revelar
sueños a todos los sabios de su tiempo. Es interesante ver que en estos
versículos se le llama a Nabucodonosor, padre, pero no debemos entenderlo como
si Belsasar era hijo de Nabucodonosor, sino más bien como descendiente de
Nabucodonosor, ya que para este momento ya habían pasado muchos años y aquel
monarca ya estaba muerto. Al considerar esto podríamos preguntarnos, cuántos
años tenía Daniel para este momento, porque estamos hablando de los últimos
días de Babilonia, antes de su conquista por los medos y persas, así que
definitivamente había pasado ya mucho tiempo desde los eventos narrados en
Daniel 4.
Los reinos que Daniel vio
Si
consideramos el tiempo y tratamos de enlistar a todos aquellos hombres que
fueron reyes del imperio neobabilónico que corresponde a la XI dinastía de
reyes en Babilonia, veremos podríamos calcular la edad que Daniel tenía aproximadamente
para este momento. Primero tenemos a Nabopolosor, el fundador de esta dinastía
de reyes que se conoció como el imperio neobabilónio, del 626 al 605 a.C.,
luego, a su muerte, su hijo Nabucodonosor lo sucede en el trono y en el 605
a.C. se lleva cautivos a varios judíos a Babilonia, entre ellos, Daniel. Se
cree que Daniel era un adolescente para este tiempo, probablemente entre unos
12 a 17 años de edad. Luego, a la muerte de Nabucodonosor en el 562 a.C., su
hijo Evilmerodac (Amel-Marduk) lo sucede en el trono, es decir, 43 años después
de la deportación de Daniel, fue en tiempos de este rey que Joaquín, rey de
Juda que fue capturado por Nabucodonosor es liberado: “Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de
Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que
Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a
Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel”, (2 Reyes 25:27). Evilmerodac
solo reino 2 años y a su muerte lo sucede Neriglisar, el cual reina solo 4
años, luego le sucede en el trono Labashi-Marduk, quien realmente solo reina 3
meses antes de ser acecinado por Nabonido, el padre de Belsasar, y el reino de
Nabonido llega a su fin en el año 539 a.C. con la conquista de los medos y
persas, por lo que Belsasar nunca llego a ser rey. Si consideramos la
cantidad de años que transcurrieron desde la primera deportación de judíos a
babilonia donde Daniel estuvo incluido y que ocurrió en el 605 a.C. hasta el
año en el que Babilonia cayó bajo el poderío medo persa en el 539 a.C., si
Daniel tenía 15 años cuando fue deportado, para este momento en el que Belsasar
lo manda a llamar tenía 81 años de edad. Por tanto, podemos creer que
Daniel ya era un anciano de al menos 80 años y había vivido a lo largo del
reinado de todos estos monarcas en Babilonia y aún le faltaban más años de vida
donde trabajaría para los persas.
Daniel reprende a Belsasar.
Considerando
que ya el tiempo había pasado, de que Daniel había dejado de ser un adolescente
y que ya para este momento tenía alrededor de 80 años de edad, Daniel es
llamado por sugerencia de la reina a presentarse delante de Belsasar, y al estar
frente a él este le pregunta si se trataba del mismo Daniel que se habla en las
historias que la reina le había comentado: “Entonces
Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel
Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?...
Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver
dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación,
serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el
tercer señor en el reino”, (Daniel 5:13-16). La pregunta de Belsasar
es interesante, dice: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de
Judá, que mi padre trajo de Judea?, ¿eres aquel hombre del que se cuenta que la
presencia de Dios habitaba en ti y tenía discernimiento para interpretar sueños
y misterios? A lo mejor Balsasar pensaba que por haber pasado el tiempo
Daniel había perdido su comunión con Dios y respaldo para interpretar sueños
había cesado, sin embargo, a pesar de que era un anciano de al menos 80 años,
Daniel continuaba ferviente en su espíritu y firme en su fe: “Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones
sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le
daré la interpretación… Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón,
sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e
hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus
mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste
alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra,
que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son
todos tus caminos, nunca honraste”, (Daniel 5: 17, 22-23). Aquí
encontramos una linda lección para nuestras vidas que nos desafía a continuar
constantes en nuestra vida cristiana. A pesar de que más de 60 años habían
pasado desde el momento que Nabucodonosor había comprobado de que en Daniel habitaba
el poder de Dios y sus dones para interpretar sueños y misterios, este Daniel continuaba
igual de firme en sus convicciones y perseverando en su fe, sin fluctuar, ni
permitir que los años menguaran su relación con Dios, quizás a lo mejor
Belsasar pensó que después de tantos años ya Daniel no era el mismo, o quizás
había abandonado su comunión con Dios, y por eso le hace esta pregunta, ante lo
cual Daniel le da una respuesta afirmativa. Hoy en día vemos a algunas personas
que en el pasado fueron cristianos, algunos hasta predicaron el mensaje del
evangelio o fueron grandes servidores de Dios, pero el tiempo paso, y su fe
menguo, o se descuidaron y ahora ya no son ni la sombra de lo que fueron,
algunos de ellos se descuidaron y pecaron, alejándose de Dios hasta el día de
hoy. Pero que la vida de Daniel nos desafié a perseverar siempre sirviendo al
Señor, que los años pasen y siempre nos encuentre sirviéndole al Señor con todo
nuestro corazón, esforzándonos por alcanzar sus promesas, sin retroceder: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes,
creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el
Señor no es en vano”, (1 Corintios 15:58). La verdad es que no es
fácil permanecer firmes en el evangelio, requiere fuertes convicciones para no
ceder ante las tentaciones y presiones que este mundo nos ejerce, muchas veces
el mismo trabajo en la obra de Dios puede desgastarnos emocional y físicamente,
porque hay oposiciones y luchas que el enemigo desata en nuestra contra, pero
debemos aprender a refugiarnos en Dios, aprender a descansar en su presencia, a
edificarnos en su palabra y mantener nuestra comunión con el Espíritu Santo
quien es quien nos respalda en nuestro progreso espiritual, cuando hacemos así,
perseveraremos, estando constantes, creciendo siempre en la obra del Señor y el
hecho de saber que todo nuestro trabajo en el Señor no es en vano, nos impulsa
con esperanza hacia el futuro. Aquel anciano de al menos 80 años seguía siendo
el mismo Daniel y estaba dispuesto a descifrar el misterio de la escritura de
la pared y aun, rechazo los dones y regalos que Belsasar le ofrecían porque
como antes, continuaba siendo un hombre íntegro que no vendía sus dones espirituales,
sino solo buscaba hacer la voluntad de Dios.
LA INTERPRETACIÓN DE LA ESCRITURA EN LA PARED
Teniendo
en cuenta todo esto, Daniel se apresura a dar la interpretación: “Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN.
Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto
fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino
ha sido roto, y dado a los medos y a los persas”, (Daniel 5:26-27). En
otras palabras, Dios contó el reino de Belsasar y fue pesado en la balanza
de justicia y fue hallado falto, por lo tanto, su reino fue roto y entregado a
los medos y persas. Con estas palabras el Señor juzgaba el pecado de este
hombre insensato, aquel que se había atrevido a burlarse de la santidad de Dios
bebiendo en las copas de oro del templo, ahora sufría el juicio por sus pecados
y la sentencia era una y definitiva. Esta historia nos hace reflexionar en el
temor reverente que todos deberíamos tener ante el Señor, ya que hoy en día
vivimos en un mundo que parece haber olvidado que Dios es Santo y no tolera el
pecado: “porque escrito está: Sed santos, porque yo
soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga
según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra
peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de
vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como
oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin
mancha y sin contaminación”, (1 Pedro 1:16-19). Por tanto,
esforcémonos por producir con la ayuda del Espíritu Santo los frutos que
reflejen la obra que Cristo ha hecho en nosotros para que aquel día seamos
pesados y hallados dignos al reflejar no nuestras propias justicias, sino la
justicia del Hijo de Dios que ha sido imputada en cada uno de nosotros,
justicia que se alcanza por medio de la fe, pero también perseverando en este
mundo, negando nuestra carne y haciendo obras dignas de un hijo de Dios.
LA CAÍDA DE BABILONIA
De
esta manera, Daniel amonestó al rey, despreciando sus dones y encarándolo por
su pecado, diciéndole que para él ya no habría otra oportunidad, porque su
blasfemia y pecados habían sobrepasado el tiempo de la paciencia de Dios y esa
misma noche su reino le seria quitado, y ciertamente así paso: “Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner
en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del
reino. La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media
tomó el reino, siendo de sesenta y dos años”, (Daniel 5.29-31). De esta forma, Babilonia cayó y toda aquella
dinastía de reyes del poderoso imperio neobabilónico paso a la historia, el
Señor mostró una vez más su soberanía quitándole a Belsasar su reino y
dándoselo a los persas.
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