La escritura en la pared (Daniel 5:1-31)


 

“El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.  Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra”.

Daniel 5:1-6

 

INTRODUCCIÓN

 

El Cielo gobierna, es una frase que encontramos allá en Daniel 4:26 describe muy bien los estudios que hemos estado considerando, de hecho, el libro de Daniel pretende dejarnos esa enseñanza, ya que si bien es cierto, en este encontramos increíbles profecías en cuanto a algunas naciones que habrían de venir en el futuro, pero en todo se deja ver que no es por casualidad o intención humana, sino es el plan de Dios para las naciones gentiles y la nación de Israel, un plan que muestra que todo ocurre tal y como su voluntad lo ha establecido de ante mano.


escritura-pared

Rembrandt's depiction of the biblical account of Belshazzar seeing "the writing on the wall“.

By Rembrandt - www.nationalgallery.org.uk : Home : Info, Public Domain, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67423


UN REY INSENSATO

 

Si recordamos hasta el momento hemos estudiamos los capítulos del 1 al 4 del libro de Daniel, capítulos que poseen un estilo histórico narrativo donde se entremezcla algunas visiones y sueños dirigidos a Nabucodonosor que tienen como propósito mostrarle el plan de Dios para las naciones gentiles y su soberanía en todos los asuntos humanos. Ahora, los capítulos 5 y 6 presentan una sección histórica narrativa que prácticamente pretende dejarnos la misma enseñanza: La soberanía de Dios en los asuntos humanos. Hasta el capítulo 4 consideramos a un rey arrogante y soberbio que fue humillado por Dios, luego en este capítulo 5 veremos a un rey insensato que también será humillado por el Señor. Los capítulos 5 y 6, al igual que los vistos en el estudio anterior, están escritos en arameo, no olvidemos que este libro fue escrito en dos idiomas, el hebreo y arameo, y en el capítulo 5 inicia una nueva sección donde Nabucodonosor ya se encuentra muerto, los años han pasado y un nuevo monarca se encuentra sentado en el reino de Babilonia: “El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino”, (Daniel 5:1). De acuerdo con el relato, pareciera que Belsasar es el nuevo monarca de Babilonia y este hizo un gran banquete a todos sus príncipes, mostrándonos de que a este rey le gustaba del despilfarro y borracheras, el problema con todo esto es que este hombre, acalorado por el mucho vino, se atrevió a cometer una profanación de los utensilios santos del templo del Señor: “Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas.  Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra”, (Daniel 5:2-4). El relato bíblico nos muestra cómo en medio de sus borracheras, glotonerías, lascivias e idolatría, se atrevieron a tomar vino en los vasos de oro del templo de Jehová, esto definitivamente era una verdadera blasfemia, pero a estos hombres idolatras esto no les importaba. Hoy en día nosotros también vivimos en un mundo que se ha olvidado de Dios y ve con menosprecio a la Biblia y su santo mensaje, muchos lo han profanado agregándoles libros que no son inspirados por Dios, otros han alterado o tergiversan el santo mensaje para que diga lo que a ellos les conviene y así engañan a muchos con sus falsas doctrinas. A Belsasar no le interesaba respetar los utensilios santos del Templo, porque era un hombre impío y profano. Fue debido a su insolente profanación, que el Señor les mando una advertencia que anunciaba su pronta ruina: “En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra”, (Daniel 5:5-6). La escena debió ser espantosa para todos aquellos impíos, la borrachera les debió desaparecer ante el profundo miedo que debió apoderarse de ellos y, de hecho, así lo declara el texto que leímos, ya que Belsasar al observar aquellos dedos que escribían, palideció, se turbó de pensamientos, sus fuerzas lo abandonaron y tanto era su terror que hasta sus rodillas temblaban.

 

LA ESCRITURA EN LA PARED

 

 “El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos”.

Daniel 5:7-9

 

            Ahora, allí en Daniel 5:7 nos dice que este grito y pidió que los sabios de Babilonia viniesen para que le dieran la interpretación de la pared, sin embargo, antes de seguir con el estudio del texto es importante que consideremos que en Daniel se le llama a Belsasar rey, lo cual sugiere que Belsasar era el rey de Babilonia y esto por muchos años fue un punto de crítica para aquellos que no aceptan el mensaje de la Biblia ya que según la historia nunca hubo un rey en Babilonia que se llamara Belsasar y, por tanto, algunos opinaron que se trataba de un error que ponía en tela de juicio la credibilidad de la Biblia. Si consideramos la historia, entendemos que el último rey de Babilonia, antes de su conquista por los medos y persas, fue Nabonido, y gracias a la arqueología se ha podido comprobar que este tuvo un hijo al cual este lo dejo como regente de Babilonia en su ausencia, esto es corroborado en el famoso Cilindro de Nabonido, en el cual se encuentra una oración que este dirige al dios de la luna por su hijo, al cual llama por nombre llamándolo “Belsasar, el hijo mayor, mi descendencia”. De esta forma, la arqueología confirmó la veracidad de la Biblia y nos ayuda a entender porque Belsasar estaba sentado en el trono en ese momento. Ahora volvamos una vez más al texto que nos ocupa y vemos que el rey grito en alta voz que hicieran venir a los magos, caldeos y adivinos para que revelaran la interpretación de la escritura de la pared, la forma de como lo hace deja ver el pánico y aflicción de espíritu que lo atormentaba, en todo esto, es interesante leer las palabras que Belsasar dice respecto a la recompensa que tendrá aquel que logre interpretarlo: “El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino”, (Daniel 5:7). Las palabras de Belsasar confirman que él mismo no era el rey, sino solo el príncipe, el segundo al mando, porque entre lo que ofrece a aquel que le pueda interpretar la escritura de la pared está el convertirlo en el tercer señor en el reino, ¿pero por qué no le promete convertirlo en el segundo del reino? Porque él mismo, Belsasar, era el segundo en el reino, Nabonido, su padre, era el primero y, por lo tanto, lo único que puede ofrecer es convertir en el tercero de importancia en el reino a aquel que le ayudase, tal y como el Cilindro de Nabonido lo confirma. El problema con todo esto que Belsasar hizo es que ninguno de sus sabios pudo revelarle la interpretación de la escritura de la parad, tanto así que su alma desfalleció: “Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos”, (Daniel 5:8-9). La verdad es que hay misterios de parte de Dios que el hombre natural no puede interpretar o entender, no importa su sabiduría o prácticas espiritistas o religiosas, la verdad es que lo espiritual se interpreta con la ayuda del Espíritu Santo, así lo confirma el apóstol Pablo: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”, (1 Corintios 2:14).

 

El consejo de la reina madre

 

Fue por ello que, ante la incapacidad de todos los sabios de Babilonia de interpretar la escritura de la pared, la reina se atreve a hablar a Belsasar para aconsejarle que busque a otro hombre que, si le podía dar la interpretación: “La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación”, (Daniel 5:10-12). Aquí tenemos el consejo de esta mujer a la cual el texto llama “La reina”, algunos opinan que se trata de la madre de Belsasar, esposa de Nabonido y por ello algunos teólogos la llaman la reina madre. Ella le hace ver a Belsasar que en los tiempos de su padre Nabucodonosor existió un sabio que aún vivía y que superaba en inteligencia y entendimiento para revelar sueños a todos los sabios de su tiempo. Es interesante ver que en estos versículos se le llama a Nabucodonosor, padre, pero no debemos entenderlo como si Belsasar era hijo de Nabucodonosor, sino más bien como descendiente de Nabucodonosor, ya que para este momento ya habían pasado muchos años y aquel monarca ya estaba muerto. Al considerar esto podríamos preguntarnos, cuántos años tenía Daniel para este momento, porque estamos hablando de los últimos días de Babilonia, antes de su conquista por los medos y persas, así que definitivamente había pasado ya mucho tiempo desde los eventos narrados en Daniel 4.

 

Los reinos que Daniel vio

 

Si consideramos el tiempo y tratamos de enlistar a todos aquellos hombres que fueron reyes del imperio neobabilónico que corresponde a la XI dinastía de reyes en Babilonia, veremos podríamos calcular la edad que Daniel tenía aproximadamente para este momento. Primero tenemos a Nabopolosor, el fundador de esta dinastía de reyes que se conoció como el imperio neobabilónio, del 626 al 605 a.C., luego, a su muerte, su hijo Nabucodonosor lo sucede en el trono y en el 605 a.C. se lleva cautivos a varios judíos a Babilonia, entre ellos, Daniel. Se cree que Daniel era un adolescente para este tiempo, probablemente entre unos 12 a 17 años de edad. Luego, a la muerte de Nabucodonosor en el 562 a.C., su hijo Evilmerodac (Amel-Marduk) lo sucede en el trono, es decir, 43 años después de la deportación de Daniel, fue en tiempos de este rey que Joaquín, rey de Juda que fue capturado por Nabucodonosor es liberado: “Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel”, (2 Reyes 25:27). Evilmerodac solo reino 2 años y a su muerte lo sucede Neriglisar, el cual reina solo 4 años, luego le sucede en el trono Labashi-Marduk, quien realmente solo reina 3 meses antes de ser acecinado por Nabonido, el padre de Belsasar, y el reino de Nabonido llega a su fin en el año 539 a.C. con la conquista de los medos y persas, por lo que Belsasar nunca llego a ser rey. Si consideramos la cantidad de años que transcurrieron desde la primera deportación de judíos a babilonia donde Daniel estuvo incluido y que ocurrió en el 605 a.C. hasta el año en el que Babilonia cayó bajo el poderío medo persa en el 539 a.C., si Daniel tenía 15 años cuando fue deportado, para este momento en el que Belsasar lo manda a llamar tenía 81 años de edad. Por tanto, podemos creer que Daniel ya era un anciano de al menos 80 años y había vivido a lo largo del reinado de todos estos monarcas en Babilonia y aún le faltaban más años de vida donde trabajaría para los persas.

 

Daniel reprende a Belsasar.

 

Considerando que ya el tiempo había pasado, de que Daniel había dejado de ser un adolescente y que ya para este momento tenía alrededor de 80 años de edad, Daniel es llamado por sugerencia de la reina a presentarse delante de Belsasar, y al estar frente a él este le pregunta si se trataba del mismo Daniel que se habla en las historias que la reina le había comentado: “Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?... Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino”, (Daniel 5:13-16). La pregunta de Belsasar es interesante, dice: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea?, ¿eres aquel hombre del que se cuenta que la presencia de Dios habitaba en ti y tenía discernimiento para interpretar sueños y misterios? A lo mejor Balsasar pensaba que por haber pasado el tiempo Daniel había perdido su comunión con Dios y respaldo para interpretar sueños había cesado, sin embargo, a pesar de que era un anciano de al menos 80 años, Daniel continuaba ferviente en su espíritu y firme en su fe: “Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación… Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste”, (Daniel 5: 17, 22-23). Aquí encontramos una linda lección para nuestras vidas que nos desafía a continuar constantes en nuestra vida cristiana. A pesar de que más de 60 años habían pasado desde el momento que Nabucodonosor había comprobado de que en Daniel habitaba el poder de Dios y sus dones para interpretar sueños y misterios, este Daniel continuaba igual de firme en sus convicciones y perseverando en su fe, sin fluctuar, ni permitir que los años menguaran su relación con Dios, quizás a lo mejor Belsasar pensó que después de tantos años ya Daniel no era el mismo, o quizás había abandonado su comunión con Dios, y por eso le hace esta pregunta, ante lo cual Daniel le da una respuesta afirmativa. Hoy en día vemos a algunas personas que en el pasado fueron cristianos, algunos hasta predicaron el mensaje del evangelio o fueron grandes servidores de Dios, pero el tiempo paso, y su fe menguo, o se descuidaron y ahora ya no son ni la sombra de lo que fueron, algunos de ellos se descuidaron y pecaron, alejándose de Dios hasta el día de hoy. Pero que la vida de Daniel nos desafié a perseverar siempre sirviendo al Señor, que los años pasen y siempre nos encuentre sirviéndole al Señor con todo nuestro corazón, esforzándonos por alcanzar sus promesas, sin retroceder: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”, (1 Corintios 15:58). La verdad es que no es fácil permanecer firmes en el evangelio, requiere fuertes convicciones para no ceder ante las tentaciones y presiones que este mundo nos ejerce, muchas veces el mismo trabajo en la obra de Dios puede desgastarnos emocional y físicamente, porque hay oposiciones y luchas que el enemigo desata en nuestra contra, pero debemos aprender a refugiarnos en Dios, aprender a descansar en su presencia, a edificarnos en su palabra y mantener nuestra comunión con el Espíritu Santo quien es quien nos respalda en nuestro progreso espiritual, cuando hacemos así, perseveraremos, estando constantes, creciendo siempre en la obra del Señor y el hecho de saber que todo nuestro trabajo en el Señor no es en vano, nos impulsa con esperanza hacia el futuro. Aquel anciano de al menos 80 años seguía siendo el mismo Daniel y estaba dispuesto a descifrar el misterio de la escritura de la pared y aun, rechazo los dones y regalos que Belsasar le ofrecían porque como antes, continuaba siendo un hombre íntegro que no vendía sus dones espirituales, sino solo buscaba hacer la voluntad de Dios.

 

LA INTERPRETACIÓN DE LA ESCRITURA EN LA PARED

 

Teniendo en cuenta todo esto, Daniel se apresura a dar la interpretación: “Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas”, (Daniel 5:26-27). En otras palabras, Dios contó el reino de Belsasar y fue pesado en la balanza de justicia y fue hallado falto, por lo tanto, su reino fue roto y entregado a los medos y persas. Con estas palabras el Señor juzgaba el pecado de este hombre insensato, aquel que se había atrevido a burlarse de la santidad de Dios bebiendo en las copas de oro del templo, ahora sufría el juicio por sus pecados y la sentencia era una y definitiva. Esta historia nos hace reflexionar en el temor reverente que todos deberíamos tener ante el Señor, ya que hoy en día vivimos en un mundo que parece haber olvidado que Dios es Santo y no tolera el pecado: “porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”, (1 Pedro 1:16-19). Por tanto, esforcémonos por producir con la ayuda del Espíritu Santo los frutos que reflejen la obra que Cristo ha hecho en nosotros para que aquel día seamos pesados y hallados dignos al reflejar no nuestras propias justicias, sino la justicia del Hijo de Dios que ha sido imputada en cada uno de nosotros, justicia que se alcanza por medio de la fe, pero también perseverando en este mundo, negando nuestra carne y haciendo obras dignas de un hijo de Dios.

 

LA CAÍDA DE BABILONIA

 

De esta manera, Daniel amonestó al rey, despreciando sus dones y encarándolo por su pecado, diciéndole que para él ya no habría otra oportunidad, porque su blasfemia y pecados habían sobrepasado el tiempo de la paciencia de Dios y esa misma noche su reino le seria quitado, y ciertamente así paso: “Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino. La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años”, (Daniel 5.29-31). De esta forma, Babilonia cayó y toda aquella dinastía de reyes del poderoso imperio neobabilónico paso a la historia, el Señor mostró una vez más su soberanía quitándole a Belsasar su reino y dándoselo a los persas.

 

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