4 realidades que debemos aceptar para ser salvos (Juan 4:15-26)


“La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.
Juan 4:15-26

INTRODUCCIÓN


             La plática de Jesús con la samaritana se extiende un poco más en estos versículos y llega a su clímax declarándoles cuatro verdades fundamentales que todos debemos comprender para tener acceso a esa agua viva. El método que Jesús utilizo para testificarle la verdad del evangelio fue muy eficaz. Valiéndose de la antigua contienda racial entre judíos y samaritanos, sabía que la mujer haría notar la diferencia de raza al pedirle de beber, sin embargo, Jesús aprovecha para decirle que el agua que Él tenía quitaba la sed permanentemente, mientras que el que bebiera del pozo volvería a tenerla. Aquella mujer no entendió que Jesús estaba hablando en el sentido espiritual y tiene que explicarle que el agua que el ofrece no es de un pozo de esta tierra, sino de una fuente viva que salta para vida eterna la cual puede saciar la sed de nuestra cansada alma.

Jesús-y-la-samaritana
Jesús y la mujer samaritana

LA REALIDAD DE NUESTROS PECADOS


“La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”.
Juan 4:15-18

               Una vez más la mujer no comprendió lo que Jesús está tratando de enseñarle, sin embargo, la guiara poco a poca al punto donde la quiere llevar. La samaritana pensó que al beber de esa agua que Jesús hablaba ella ya no tendría la necesidad de volver a sacarla del pozo: La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Algunos creen que estas palabras de la mujer fueron hechas de manera sarcástica ya que aún no había reconocido quien era el que hablaba con ella. Nuestro Señor la conduce a través de sus palabras al punto principal de su mensaje, a confrontarla con la realidad de sus pecados. Si esta mujer quería beber del agua viva obligatoriamente tendría que ser confrontada por sus pecados. Por ello Jesús le dice: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Astutamente nuestro Señor Jesús nos lleva a la médula del mensaje del evangelio. Si el ser humano quiere alcanzar la vida eterna tiene que abandonar su pecado. Aquella mujer era pecadora ya que anteriormente había sostenido relaciones ilícitas con hombres que no eran sus maridos viviendo en fornicación. Paradójicamente la misma mujer dice la verdad al confirmar su propio pecado: No tengo marido, y nuestro Señor se lo confirma: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Para poder heredar la vida eterna debemos reconocer nuestros pecados y renunciar a ellos ya que de lo contrario jamás podremos tener acceso a la salvación que Cristo nos ofrece.

LO INÚTIL QUE ES LA RELIGIÓN PARA LLEVARLO AL CIELO


“Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos”.
Juan 4:19-22

                Seguidamente nuestro Señor Jesús le va a mostrar a esta mujer una realidad más que el hombre tiene que aceptar si quiere heredar la vida eterna: lo inútil que es la religión para llevarlo al cielo. Cuando Jesús le revelo su vida de pecado, aquella mujer se sorprendió y lo asocio con un profeta, por lo que procede a hacerle una pregunta que tenía que ver con años de enemistad entre judíos y samaritanos: Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Después de la deportación la enemistad entre ambos pueblos afloro ya que los samaritanos no habían mantenido su pureza racial, por tal motivo los judíos decidieron cerrarles las puertas de Jerusalén y del templo. Esto les obligo a erigir su propio templo en el monte Gerizim e inventaron varias leyendas en cuanto a este monte llegando incluso a afirmar que sobre él Abraham había estado dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac; donde Melquisedec le había salido al encuentro a Abraham; donde Moisés había instalado el primer altar y ofrecido los primeros sacrificios cuando el pueblo de Israel entró en la Tierra Prometida, aunque eso fue en el monte Ebal, (Deuteronomio 27:4). Habían acomodado los libros sagrados de la ley y la historia alrededor de su monte. También negaban la autoridad divina de los profetas y los Salmos, siendo los libros de la ley los únicos inspirados por Dios, teniendo así un canon incompleto. En esto era en lo que los samaritanos creían, una alteración del judaísmo llena de supersticiones y mentiras que ellos adoraban como si se tratase de la verdad. Muchas personas hoy en día viven de esta manera, adorando lo que no saben, poniendo su confianza en su religión y tradiciones de las cuales desconocen su origen. Jesús le respondió a la samaritana que la manera correcta era la de los judíos, ya que ellos tenían la ley, los profetas y los demás escritos sagrados que validaban sus creencias, y que la salvación provenía de ellos, ya que de ellos saldría el Salvador: Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Sin embargo, nuestro Señor antes agrega que la hora venia cuando la adoración a Dios no solo sería en Jerusalén o en el monte Gerizim, sino en todo el mundo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Por tanto, no podemos esperar que la religión nos lleve al cielo, especialmente porque la mayoría ignoran sus orígenes.

LA UNIVERSALIDAD DE LA SALVACIÓN


“Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.
Juan 4:23-24

             Prosiguiendo Jesús con su enseñanza, en estos dos versículos nos deja claro otra realidad en cuanto a la vida eterna: La universalidad de la salvación. Tanto los judíos como los samaritanos creían que la salvación les pertenecía exclusivamente a ellos solo por ser descendientes de Abraham, pero no es así. El profeta Sofonías había declarado que los dioses de todas las naciones serian destruidos y que los habitantes de ellas se humillarían delante del verdadero Dios: “Terrible será Jehová contra ellos, porque destruirá a todos los dioses de la tierra, y desde sus lugares se inclinarán a él todas las tierras de las naciones”, (Sofonías 2:11). También Malaquías echa una mirada al futuro al considerar la adoración universal de Dios: “Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos”, (Malaquías 1:11). Ambos pueblos estaban acostumbrados a ofrecer un sacrificio animal, pero Jesús dice que el sacrificio y adoración sería en espíritu y verdad: los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Nuestra adoración tiene que ser de lo más profundo de nuestro ser, no en la carne o las emisiones de nuestra alma, sino del espíritu el cual es capaz de conectarse con el Espíritu Santo y recibir sus dones inefables. El fundamento de nuestra adoración debe ser la verdad bíblica, no basada en tradiciones o supersticiones religiosas. Todo esto lo hace la redención en Cristo, la cual nos abre la puerta para comprender todo esto y libres del pecado adoremos al Padre.

CRISTO EL FUNDAMENTO DE NUESTRA SALVACIÓN


“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo”.
Juan 4:25-26


               Finalmente, la última realidad que debemos aceptar para nuestra salvación es Cristo, ya que es el fundamento de todo. Aquella mujer sabía que el Mesías iba a venir y que le declararía todas las cosas que estaba oyendo, sin embargo, Jesús le dijo que no esperara más, ya que Él era el que estaba hablando con ella. Nunca podremos alcanzar la salvación de nuestras almas si excluimos a Jesús, Él es el fundamento de nuestra salvación, por medio de Él podemos llegar al Padre y las Sagradas Escrituras se encargan de dejarlo muy claro.

1 comentario: