¡Ay de los que cierran la puerta del reino de los cielos! (Mateo 23:13)



“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”.

Mateo 23:13

 

INTRODUCCIÓN

              Llegamos a la segunda sección en la que podemos dividir este capítulo, la sección de los 7 ayes sobre los escribas y fariseos. Este capitulo se caracteriza por presentarnos la amonestación que Jesús les hace a los escribas y fariseos por su hipocresía religiosa, y en la primera sección que corresponden los versículos que van del 1 al 12, el Señor le dice al pueblo que todo lo que los fariseos y escriban les enseñen de la ley de Dios lo pongan por obra, pero que no hagan conforme a sus obras, porque ellos decían y no hacían, y de igual forma les exhorta a no buscar el reconocimiento humano y usar la religión para ser vistos por los demás hombres, antes deben ser humildes. Ahora el Señor expresara su descontento a las actitudes de estos hombres religiosos a través de siete ayes, los cueles anuncian el terrible juicio que estos experimentaran por la dureza de su corazón e hipocresía.

 

Ay-fariseos-hipócritas
¡Ay de los que cierran la puerta el reino de los cielos!

¡AY, ESCRIBAS Y FARISEOS HIPÓCRITAS!


“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! ...”

Mateo 23:13

                El Señor es muy exclamativo en esta sección al expresar su descontento y desaprobación con respecto a la vida religiosa de los escribas y fariseos diciendo: ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Aquí sobresalen dos palabras, la primera es la exclamación ¡ay!, la cual se traduce de la palabra griega ouaí (οὐαί), la cual es una palabra difícil de traducir ya que esta transmite la idea no solo de indignación, sino también de dolor y tristeza por lo que vendrá sobre las personas sobre las cuales se lamenta. Cuando Jesús dice: ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, expresa su indignación y dolor por las cosas que estos hombres hacían, así como también anuncia las terribles consecuencias de castigo que viene sobre las vidas de los mismo por actuar así. De igual forma, el Señor les llama a estos hombres religiosos hipócritas. La palabra hipócrita proviene del griego jupokrités (ὑποκριτής), la cual era un termino que se les solía dar a los actores griegos que participaban en obras en un teatro. Estos salían con una máscara, fingiendo ser un personaje que no eran, solo actuaban para el público, y así eran estos escribas y fariseos para Jesús, eran hipócritas que solo vestían una mascara de piedad y actuaban como si fueran hombres de Dios, pero al final, todo era eso nada más, una actuación, y por ello el Señor les recrimina su falsedad. Esta palabra “hipócritas” será usada muy a menudo por Jesús durante la acusación que realizará sobre estos religiosos, mostrando la severidad de sus palabras y la indignación que sentía ante estos religiosos hipócritas.

 

¡AY DE LOS QUE CIERRAN LA PUERTA DEL REINO DE LOS CIELOS!

 

“Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando”.

Mateo 23:13

                  Aquí está la razón del primer ay: porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. Estos hombres hipócritas, en lugar de ser los que condujeran al pueblo para que entraran al reino de Dios, se los impedían, y el problema era que ni ellos entraban y ni dejaban que otros lo hicieran. Estos hombres no entraban por la puerta que conducía a la salvación porque vivían su religión de manera hipócrita, solo para ser vistos por los hombres y no para buscar la misericordia de Dios, y a parte de ello no les enseñaban el camino de vida eterna al pueblo, al contrario, los hacían tropezar por su mal ejemplo e hipocresía. Por ello, en el libro de Malaquías, el Señor recrimina la actitud de los sacerdotes, los cuales eran los responsables de enseñar la ley de Dios al pueblo, para que estos aprendieran a temer a su Señor, pero en lugar de ello fueron piedras de tropiezo: “Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos. Más vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos”, (Malaquías 2:7-8). En el libro de Malaquías se nos dice como estos sacerdotes habían sido piedras de tropiezo en el camino del pueblo, su mal testimonio, la forma inapropiada de como preparaban los sacrificios, su falta de celo espiritual por las cosas de Dios y su gran indiferencia al oficio al cual habían sido llamados produjo una terrible indiferencia espiritual en el pueblo. Por tanto, el pecado de estos escribas y fariseos era terrible delante de Dios, porque en lugar de enseñarle el camino de verdad a la gente a través de la palabra de Dios, estos cerraban la oportunidad para ello siendo piedras de tropiezo: “¡Ay de vosotros, intérpretes de la ley! porque habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y a los que entraban se lo impedisteis”, (Lucas 11:52). En la Biblia se advierte del terrible destino que les espera a aquellos que sean piedra de tropiezo. Jesús hablo del terrible fin de aquellos que hicieran tropezar a un niño: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”, (Mateo 18:6-7). El apóstol Pedro hablo de como los falsos maestros que apartan con engaño a muchos indoctos atraerán sobre si mismos perdición: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”, (2 Pedro 2:1-3). Por ello, lo peor que estas personas que se pierden pueden hacer es hacer que otras también se pierdan en la misma condenación, su castigo eterno será terrible en gran manera.

                 Sin embargo, el Señor desea que todo hombre se salve a través de reconocer a Jesús como el Señor de su vida y en esto consiste el mensaje del evangelio, son la buenas nuevas de salvación y nosotros, los que hemos conocido al Señor, debemos esforzarnos por compartir este mensaje de salvación y conducir a otros a los pies de Cristo, por ello Santiago dice: “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”, (Santiago 5:19-20). Y en proverbios se nos dice que el que gana un alma es sabio: “El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio”, (Proverbios 11:30). Por tanto, nosotros seamos sabios y compartamos nuestra fe a través de la palabra de Dios y un buen testimonio que respalde nuestras palabras y que inspiren a otros para conocer el evangelio; pero ay de aquellos que, en lugar de eso, estando en estado de condenación eterna, conduzcan también a otros a este mismo destino inexorable. Seamos nosotros luz en este mundo de tinieblas.

 

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