La incredulidad persistente de los judíos (Juan 12:37-43)




“Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”.
Juan 12:37-43

INTRODUCCIÓN


            Una vez más la incredulidad de los judíos sale a resaltar, y Juan nos lo presenta en estos versículos que hoy estamos considerando. Si recordamos un poco, Jesús había estado hablándoles de cómo vivir en la luz y ser hijos de luz, porque solo aquel que vive en la luz conoce la verdad y cree en ella para vida eterna; pero es triste ver como estos judíos se negaron a caminar en luz y permanecieron en la oscuridad. Muchos consideran la segunda parte del versículo 36 como una continuidad de estos versículos, si recordamos un poco este dice: “Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz. Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos, (Juan 12:36). Para algunos esta última parte del versículo tuvo que haber sido la primera parte del versículo 37 y estructurarse de la siguiente manera: “Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz (Versículo 36)… Estas cosas habló Jesús, y se fue y se ocultó de ellos. Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él, (Versículo 37). Por eso vamos a ver en algunas versiones que el versículo 36 llega a su fin con el discurso de la luz, luego hay un subtítulo que anuncia la incredulidad de los judíos y luego poner la segunda parte del versículo 36 donde dice que después que Jesús hablo estas palabra se fue y se ocultó y luego aparece el versículo 37.

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La incredulidad persistente de los judíos

LA INCREDULIDAD DE LOS JUDÍOS AUN PERSISTE


“Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él”.
Juan 12:37

             Es muy triste considerar esta realidad, la incredulidad persistente de las personas. Jesús había hecho tantas señales que confirmaban sus palabras, todas estas habían sido hechas a los ojos de tantas personas y Dios había confirmado una y otra vez que Él era su Hijo amado a quien tenía que oír, también les había hablado diciéndoles que creyeran para salir de la oscuridad y comenzar a caminar en la luz la cual los guiaría a la verdad; pero con todo esto, estos hombre persistían en mantenerse en su incredulidad: Pero a pesar de que había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él. Realmente esta incredulidad no tiene ningún fundamento lógico, ya que habían pruebas que ni siquiera ellos podían desmentir, las enseñanzas de Jesús eran con autoridad y no contradecían nada, su vida era intachable; pero por qué no creían, por qué persistían en continuar en su incredulidad si no había hechos lógicos bajo los cuales fundamentar su posición. Hoy en día muchas personas afirman no creer en Jesús, pero sus argumentos bajo los cuales no lo hacen son pobres, muchos se apoyan en lo que ellos llaman ciencia y creen que Dios no existe y que todo fue creado de la nada, de una gran explosión, pero es ilógico pensar que la creación perfecta que hoy existe es producto del azar, se requiere mayor fe para creer en eso que creer en un diseñador inteligente. Otros no tienen argumentos, simplemente no creen, pero no hay ningún argumento lógico bajo el cual fundamentar su afirmación, esto definitivamente es una locura, afirmar algo solo porque sí. La verdad es que nosotros que hemos creído en Dios creemos porque hemos sido testigos de la transformación que se ha efectuado en nosotros, somos testigos de las maravillas que Dios ha hecho en nuestra vida y de la relación personal que mantenemos con Él. Su palabra es un fiel testigo de su existencia, su continuidad, preservación y unidad con todos sus libros es maravillosa, aparte de que la arqueología y la historia han corroborado muchas de sus narraciones, la misma ciencia corrobora que lo que la Biblia ha dicho es verdad. Por tanto, nosotros hemos decidido creer en Jesús y su palabra.

¿POR QUÉ ESTOS JUDÍOS ERAN TAN INCRÉDULOS?


“… para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él”.
Juan 12:38-41

               Con todo esto uno podría preguntarse: ¿por qué estos judíos eran tan incrédulos? Bueno, Juan nos lo responde auxiliándose de dos profecías que se encuentran en el libro del profeta Isaías: para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? En Isaías dice: “¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?”, (Isaías 53:1). Isaías dice que todo esto ocurría para que se cumpliesen las Escrituras ya que Dios en su presciencia sabía que estos hombres de corazón duro se negarían a hacerlo. Dios ha dado a conocer su palabra pero estos hombres de dura cerviz se niegan a recibir su palabra con toda mansedumbre. Además de todo esto se nos dice: Por esto no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él. Aquí tenemos otra razón por la cual estos hombres jamás creen en la verdad, ya que si después de ver con sus ojos la gloria de Dios y conocer su palabra estos persisten en su incredulidad, el Señor ciega su entendimiento y endurece sus corazones, tal y como se dice en Isaías: “Y dijo: Anda, y dí a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad”, (Isaías 6:9-10). Esto ocurre para que la condenación de estos hombres sea completa ya que al no haber querido obedecer a Dios estos hombres son entregados a la necedad de su incredulidad la cual los conduce a su propio fin, así se le dijo a Isaías: “Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa”, (Isaías 6:11-13). Qué triste es el destino de estos hombres que no creen en la verdad sino se cierran en su incredulidad, sin saber que esta los conducirá a la condenación eterna. Así ocurrió con estos judíos de los tiempos de Jesús, ocurrió en los tiempos del profeta Isaías donde se dio esta profecía y se dio en tiempos del apóstol Pablo: “Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Vé a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane. Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán”, (Hechos 28:25-28). Aun hoy en día esta profecía sigue cumpliéndose, pero quiera Dios que nosotros creamos para vida eterna.

CREER EN LA VERDAD  SIN CONFESARLA PÚBLICAMENTE ES NO TENER FE


“Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios”.
Juan 12:37-43

           Con todo esto, el apóstol Juan dice que aun muchos gobernantes creyeron en Jesús, pero tuvieron miedo de confesarlo públicamente por temor de ser expulsados por los fariseos de la sinagoga. Al final, de qué sirve decir que creemos en su palabra si no tenemos el valor de confesarlo públicamente. Muchas personas creen en Jesús, pero tienen miedo de lo que las personas dirán, o del conflicto que traerá sobre sus vidas el declarar públicamente su fe, no están dispuestos a sufrir por la causa de la verdad y deciden permanecer en la oscuridad, donde no tendrán oposición, pero esa cobardía los condenara: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”, (Apocalipsis 21:8). Es curioso que en este texto los cobardes e incrédulos aparezcan juntos, pero ¿qué diferencia hay entre ambos? Al final, si el incrédulo niega creer en la verdad por su dureza de corazón y el cobarde no la confiesa por temor a la oposición que esta traerá a su vida, qué diferencia hay si ambos se condenaran. Nosotros por el contrario, no debemos avergonzarnos de confesar su nombre delante de los hombres, tampoco debemos temer las críticas de los incrédulos, al contrario debemos abrazar nuestra fe sabiendo que el Señor nos dará la fuerza para ser fieles testigos de su gracia.




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