“¡Oh,
si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y
tu justicia como las ondas del mar. Fuera como la arena tu descendencia, y los
renuevos de tus entrañas como los granos de arena; nunca su nombre sería cortado,
ni raído de mi presencia”.
Isaías 48:18-19
INTRODUCCIÓN
En este pasaje de Isaías encontramos una triste lamentación que Dios hace
a través de su profeta debido a la desobediencia de Israel y su triste fin.
Dios tenía grandes propósitos y bendiciones para su pueblo Israel y lo único que
pedía es que atendieran sus mandamientos; pero lamentablemente ellos no
obedecieron y como consecuencia no lograran alcanzar la bendición que el Señor
les tenía preparada. Hoy en día el evangelio le ofrece a los hombres una vida
de esperanza y de perdón de pecados a través de la fe en Jesús, pero muchos lo
rechazan. En estos versículos podemos encontrar al menos tres razones por las cuales
es lamentable no atender a su palabra.
Lo lamentable de no atender su palabra |
I.
PERDEMOS LA OPORTUNIDAD
DE SER JUSTIFICADOS Y CONOCER LA VERDADERA PAZ.
“¡Oh,
si hubieras atendido a mis mandamientos! Fuera entonces tu paz como un río, y
tu justicia como las ondas del mar…”
En primer lugar, es
lamentable no atender la palabra de Dios porque perdemos la oportunidad de ser
justificados y conocer la verdadera paz. Israel pudo haber atendido la palabra
de Dios y entonces hubiese conocido la verdadera paz. Sin Cristo es imposible
lograr vivir en completa paz por causa de nuestros pecados y la maldad de este
mundo, ya que estaremos siendo acusados por nuestra conciencia y rodeados de
muchas injusticias que traerán tristeza a nuestra vida y al morir solo nos
espera la condenación eterna. Debido a esto, nuestro Señor ofrece otorgarnos su
justificación a través del sacrificio de su Hijo: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos
de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante
la redención que es en Cristo Jesús”, (Romanos 3:23-24). La salvación
que Dios nos ofrece es completa ya que no solo nos declara justos por medio de
la fe, sino trae paz, gozo, perseverancia, esperanza a la vida del hombre y
sobre todo nos da su Espíritu Santo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por
medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe
a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia,
prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue
dado”, (Romanos 5:1-5). Tristemente muchos no entienden que al no
obedecer la palabra de Dios están renunciando a conocer la verdadera justicia
que nos abre la puerta a la vida eterna.
II.
NUESTRA FAMILIA PIERDE
LA BENDICIÓN QUE DIOS PROMETE.
“Fuera
como la arena tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos
de arena…”
En segundo lugar, es
lamentable no atender la palabra de Dios porque nuestra familia y aún nosotros
mismo pierde la bendición que promete, tal y como le paso a Israel: Fuera como la arena
tu descendencia, y los renuevos de tus entrañas como los granos de arena.
La obediencia a la palabra del Señor trae una gran bendición a todo aquel que
la obedece a tal punto que alcanza aún a nuestra familia: “Acontecerá que, si oyeres atentamente la voz
de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo
te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones
de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si
oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en
el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de
tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán
tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu
salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un
camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Jehová
te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que
pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da”,
(Deuteronomio 28:1-8). Cuanta bendición existe al obedecer su palabra y esta bendición
no solo nos beneficia a nosotros, sino que es capaz de alcanzar a nuestra
familia, de hecho todos los cristianos somos responsables de enseñarles el
temor al Señor a todos nuestros familiares con el fin de que estos también crean
y venga al conocimiento del evangelio el cual puede salvar sus vidas: “Ellos dijeron: Cree
en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, (Hechos 16:31);
pero lamentablemente muchos pierden esta gran bendición porque no atienden su
palabra.
III.
NOS DIRIGIMOS DIRECTO AL
FRACASO TOTAL.
“….
nunca su nombre sería cortado, ni raído de mi presencia”.
Finalmente, cuando no se
atiende la palabra de Dios vamos directo al fracaso total y a la condenación eterna.
La Biblia enseña que en Dios está la fuente de toda vida, pero lamentablemente
escogen el camino que los conduce a la muerte: “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me
dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas
que no retienen agua”, (Jeremías 2:13). El mismo Cristo nos dijo que
separados de Él nada podríamos lograr: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará;
y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho”,
(Juan 15:5-7). Por tanto, solamente estando cerca de Dios y obedeciendo su
palabra podemos asegurar nuestro éxito en la vida, y no solo eso, sino que la
fe en Cristo Jesús puede darnos la vida eterna.
CONCLUSIÓN.
No atender a la palabra
de Dios es en gran manera lamentable para la vida del ser humano y en este versículo
podemos encontrar al menos tres razones de ellos:
1.
Es
lamentable porque no alcanzamos la justificación por fe y jamás conocemos la
verdadera paz.
2.
Es
lamentable porque nos privamos a nosotros y nuestra familia de las promesas y
bendiciones de Dios.
3.
Es
lamentable porque nos descarriamos rumbo a nuestro fracaso y a la condenación eterna.
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