Una advertencia que no debemos ignorar (Marcos 9:43-48)




“Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”.
Marcos 9:43-48

INTRODUCCIÓN

            La vida está llena de advertencias y reglas que debemos obedecer, ya sea en la escuela, en nuestros trabajos, en la carretera, aun en nuestro propio hogar. La idea de estas advertencias es para que tomemos precaución, las obedezcamos y evitemos problemas en la vida. En lo espiritual es igual. Dios ha establecido muchas advertencias cuya obediencia trae gran bendición a nuestra vida, pero hay una de ellas que no deberíamos pasar por alto y es la de escapar del infierno. En este pasaje nuestro Señor Jesucristo nos da una advertencia contundente que nadie debería pasar por alto.

Seol
Coré y sus seguidores descienden vivos al Seol


                               I.            UNA FUERTE ADVERTENCIA QUE NO DEBEMOS PASAR POR ALTO.

En estos versículos de Marcos 9:43-48 Jesús es muy claro al advertirnos de la terrible realidad del infierno. Algunos afirman que Jesús está aquí hablando en forma de hipérboles que es una figura literaria que exagera el asunto con el fin de recalcar la importancia del tema. En este caso Jesús quiere que sus oyentes comprendan lo terrible que es el infierno, tanto, que mejor es perder algún miembro importante de nuestro cuerpo como la mano, el pie o el ojo, que por causa de uno de ellos nos vallamos con todo nuestro cuerpo al infierno. El perder un miembro importante de nuestro cuerpo o incluso cualquier padecimiento o enfermedad crónica por muy difícil que sea no se compara con el horror y tormentos del infierno. Veamos más en detalle lo terrible que es este lugar.

                            II.            LA TERRIBLE REALIDAD DEL INFIERNO.

En la Biblia se habla mucho del infierno, especialmente nuestro Señor Jesucristo fue quien más hablo de él en sus enseñanzas. En el Antiguo Testamento ya existía el concepto de un lugar de tormentos y era llamado Seol (palabra hebrea que significa lugar de los muertos). Por ejemplo vemos como Coré y todos los que se revelaron en contra de Moisés fueron tragados vivos por el Seol: “Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación”, (Números 16:31-33).  La Biblia describe este lugar como fauces que nunca se sacian de recibir las almas de los pecadores: “… Tres cosas hay que nunca se sacian; aun la cuarta nunca dice: ¡Basta! El Seol, la matriz estéril, la tierra que no se sacia de aguas, y el fuego que jamás dice: ¡Basta!”, (Proverbios 30:15-16).  En el Nuevo Testamento se le llama infierno, horno de fuego, tinieblas de afuera,  Hades (significa en griego lugar de los muertos),  lugar de tormentos o castigo eterno. Nuestro Señor  lo describió como un lugar donde la llama no se apaga: “Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado”, (Marcos 9:43). Como un lugar de densa oscuridad: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”, (Mateo 25:30). Como un horno de fuego: “y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”, (Mateo 13:42).  También lo describió como un lugar de tormentos: “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno” (Lucas 16:23).

Los apostilles también hablaron de este lugar. Lo llamaron Un lugar de fuego y azufre que no da descanso a sus habitantes: “Él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos.  Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre”, (Apocalipsis 14:10, 11). Un lugar lejos de la presencia de Dios: “Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder” (2 Tesalonicenses 1:9). Por esto y más todos debemos considerar el obedecer la advertencia de Jesús para escapar de este terrible lugar porque una vez muertos solo nos espera el juicio:

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio”.
Hebreos  9:27

                         III.            LA PUERTA DE ESCAPE DEL INFIERNO.

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.
Juan 10:9

            Nuestro mismo Señor Jesucristo nos dijo cuál era la puerta de escape del infierno: Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo.  Creer en Jesús es la única forma de ser salvo de la condenación eterna, creer en su sacrificio el cual es suficiente para expiar nuestros pecados, acudir a Él en completo arrepentimiento nos hace herederos de la vida eterna.

CONCLUSIÓN

            El infierno es real, y nuestro Señor Jesús nos advierte de escapar de él a través de la esperanza de redención que nos ofrece porque de lo contrario nos esperara una eternidad de terribles tormentos.



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