Evangelista



“Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesarea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él”. 
Hechos 21:8 (RV60)

La palabra evangelista proviene del griego evangelistés (εὐανγελιστής) que literalmente significa mensajero de lo bueno. Esta palabra que hacer referencia a este noble oficio aparece solo tres veces en el Nuevo Testamento, el primero en Hechos 21:8, la segunda vez en Efesios 4:11 y la tercera en 2 Timoteo 4:5. Un evangelista es un ministro cuyo oficio es proclamar con toda la potencia y respaldo del Espíritu Santo el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Veamos a través del ejemplo de Felipe las características del ministerio de evangelista.

Evangelista
Evangelista


Característica ministerial
Descripción
Texto
La proclamación del evangelio con el respaldo del Espíritu Santo.
La función principal de un evangelista es la de proclamar el mensaje del evangelio. La expresión “les predicaba a Cristo”, nos enseña que el mensaje de un evangelista es limitado a la salvación y no se profundiza en tocar aspectos doctrinales y teológicos complejos. Su finalidad es proclamar el mensaje de Cristo y no enseñar teología. Una de las características del ministerio de evangelista son las señales y milagros que lo acompañan como un respaldo divino de que lo que dice tiene el sello de Dios.
“Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados;  así que había gran gozo en aquella ciudad”.
Hechos 8:6-8 (RV60)
Labor misionera.
La obra misionera  de un evangelista puede iniciar nuevas iglesias, sin embargo no es llamado a pastorearlas. Después de terminar su labor evangelista y bautizarlos, la iglesia de Jerusalén decidió enviar a los apóstoles Pedro y Juan para que afirmaran en la fe a la iglesia recién nacida en Samaria.
“Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.  También creyó Simón mismo, y habiéndose bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito. Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan; los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen el Espíritu Santo; porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús”. 
Hechos 8:12-16 (RV60)
Un ministerio guiado por el Espíritu.
Las partes subrayadas nos muestran como el Espíritu Santo dirigía a Felipe. Aunque Felipe pertenecía a la iglesia en Jerusalén, visitaba varias ciudades anunciando el evangelio de Dios. El ministerio de evangelista debe ser dirigido por el Espíritu de Dios. Debe pertenecer a una iglesia y debe estar sujeto a un pastor. Su ministerio se caracteriza  por predicar el mensaje de salvación en diferentes ciudades, ya sea a una o varias personas,  en un área geográfica determinada.
Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar,  volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.  Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.  Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila,  Así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida. Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea”.
Hechos 8:26-40 (RV60) 



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