Ministerio Según Dones



MINISTERIO SEGÚN DONES


Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”.                                                                                                                                       
1 Pedro 4:10 (NVI)

               Una palabra muy usada en el ámbito eclesiástico es ministerio pero, ¿qué significa realmente la palabra ministerio? Los diccionarios nos dicen que proviene del latín ministerium, la cual literalmente significa “llevar a cabo un encargo o tarea”, y en su sentido más bíblico, “llevar acabo un servicio”. Por tanto, ministerio es un equivalente de servicio y es un área dentro de la iglesia a la cual Dios nos ha llamado a servirle. Este ministerio debe estar alineado estrechamente con los dones y habilidades que Dios nos ha otorgado. Pero entonces, ¿qué es un don? El estudio etimológico de 1 Pedro 4:10 nos responde dicha pregunta. Pedro dice que todos los cristianos hemos recibido del Señor un don: Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido. En este texto la palabra don proviene del griego járisma (χάρισμα), misma palabra que se translitera a nuestro idioma como carisma y literalmente significa dadiva o regalo.  Muchas de las versiones en inglés traducen esta palabra como gift, lo cual también se traduce en español como regalo. Precisamente eso es un don, un regalo de Dios, y uno bien grande. De acuerdo a la Biblia la iglesia ha recibido diferentes dones los cuales tienen que ser usados conforme la medida de fe que cada uno tenga: “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”, (Romanos 12:6-8, RV60), estos son para beneficio exclusivo de nuestra vida cristiana y del cuerpo de Cristo y por lo tal deben ser sabiamente usados. En cuanto a su uso Pedro dice: minístrelo a los otros, como buenos administradores. Aquí el texto griego vuelve a iluminar mejor nuestra comprensión en cuanto al significado de las palabras. Para comenzar la palabra minístrelo viene del griego diakonéo (διακονέω), misma palabra donde deriva la palabra diácono, y literalmente significa servir. Los dones del Señor no son para nuestros fines egoístas, no para ganar popularidad o superioridad sobre los demás; son para ponerlos al servicio de la iglesia, y estos deben ser bien usados: como buenos administradores. Aquí la palabra administrador es oikónomos (οἰκονόμος), cuya mejor traducción seria mayordomo el cual era un esclavo con ciertas cualidades administrativas que el amo ponía sobre su casa con el fin de que este las manejara con gran prudencia. Así nosotros, como servidores de Cristo, se nos han confiado dones, los cueles debemos administrar con gran prudencia y sabiduría para provecho de la iglesia del Señor. Finalmente, el apóstol Pedro dice que debemos hacer todo esto según la multiforme gracia de Dios, saltando en escena una nueva palabra muy usada en el Nuevo Testamento: gracia. Esta palabra tiene la misma raíz que járisma (χάρισμα), y es járis (χάρις), la cual suele transliterarse como caris, y conlleva la idea de algo que se otorga no por méritos, sino por un favor o gratitud divina. Ambas palabras nos dan el verdadero significado del don, un regalo divino que se ofrece gratuitamente, no por méritos que podamos tener, no es algo que ganamos, sino lo recibimos como un favor divino basado en su eterna misericordia el cual debe ser usado para gloria y honra de su nombre, para provecho de nuestra vida espiritual y para edificación de la iglesia. A la luz de esta realidad, cada creyente es responsable de descubrir cuáles son las habilidades y dones que se le han otorgado de parte de Dios, no para su provecho personal, sino para la iglesia, y así mismo todo ministerio debe realizarse en función de los dones que se han recibido para que este sea exitoso. En esta sección estudiaremos todo lo referente a los dones del Espíritu Santo, los dones de Cristo, los dones del Padre para servicio a los demás, así como la responsabilidad que tenemos de administrarlos fielmente. Veamos como Dios desde la misma fundación del mundo capacito al hombre con todos los dones necesarios para gobernarlo, pero que por causa del pecado se perdieron. 

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Ministerio según dones


CREADOS CON DIFERENTES DONES


“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Génesis 1:26-27(RV60)


                 Dios nos ha creado con diferentes dones. Esta es una aseveración que nadie puede negar ya que el Señor en su infinita misericordia nos ha provisto de una serie de dones, habilidades y destrezas las cueles pueden ser utilizadas tanto para nuestro propio beneficio, como para el de la Iglesia. También es un hecho que somos imagen y semejanza de Dios, y como tales heredamos ciertas habilidades espirituales que nos ayudan a mantener una mejor relación con Él y a desempeñarnos en la vida cristiana más efectivamente. El primer libro de la Biblia, Génesis, nos revela al Creador como el principal artífice en todo el universo incluyendo y del ser humano, quien fue creado a la imagen y semejanza de Dios. No existe nada más grandioso en toda la creación de Dios que la humanidad, la cual hizo a su imagen para reflejar su gloria.

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El hombre fue creado perfecto con todos los dones necesarios

            El punto de vista común sobre la imagen de Dios, se relaciona con la moral, lo ético y las habilidades intelectuales. El hombre en su composición física y espiritual (esto es cuerpo,  alma y espíritu) es el único entre toda la creación que tuvo un valioso privilegio, una estrecha relación y comunicación con el creador.  La perfección del hombre fue tal, que Dios le asigno la responsabilidad de administrar su creación. Solo un ser perfecto, en este caso el hombre, podía administrar de acuerdo a la voluntad de Dios una creación perfecta: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad  y multiplicaos; llenad  la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra...”, (Génesis 1:28, RV60).  Esta perfección original en el hombre significa que no era necesario que recibiera algún don más para su crecimiento o edificación personal, muy contrario a la necesidad que el hombre tiene hoy en la presente dispensación, ya que en su infinita misericordia había sido provisto de todo lo necesario. Lamentablemente, todos conocemos la historia, el hombre peco y debido al pecado la imagen de Dios original en él se perdió y así fue expulsado del huerto del Edén donde originalmente se colocó. Después de la caída del hombre las cualidades espirituales le son quitadas, solo queda en él aquellos dones naturales que solo le sirvieron para reconocer a Dios a través de la creación y desde entonces aquel ser perfecto dotado de grandes dones y habilidades quedo  moral y espiritualmente dañado por el pecado caracterizándose su naturaleza pecaminosa por:

1.     Escoger siempre lo malo: Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!» «Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.» « ¡Veneno de víbora hay en sus labios!» «Llena está su boca de maldiciones y de amargura.» «Veloces son sus pies para ir a derramar sangre; dejan ruina y miseria en sus caminos, y no conocen la senda de la paz.» «No hay temor de Dios delante de sus ojos.»”, (Romanos 3:10-18).

2.     Incapaz de comprender las cosas espirituales: “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente”, (1 Corintios 2:14).

3.       Completa incapacidad de hacer lo bueno: “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios”, (Romanos 8:7-8).

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La caída del hombre

No obstante, la provisión para la salvación del hombre caído es Cristo, quien a través de su obra vicaria en la cruz del Calvario redimió a los cautivos del diablo. La salvación obrada por Cristo, determina por las promesas de Dios, la presencia viva de su Santo Espíritu en nosotros, pero tal presencia trae consigo dones espirituales que empiezan a repartirse y a operar según la voluntad de Dios en cada creyente, tales evidencias y operatividad de dones ya estaban proféticamente anunciadas desde las páginas del Antiguo Testamento: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”, (Joel 2:26-27, RV60). Los dones entonces se constituyen (aparte de ser una promesa de Dios) en las capacidades que Dios nos otorga para uso y provecho de nosotros mismos (En cuanto a perfeccionamiento y crecimiento espiritual) y para la iglesia militante; y su importancia es tal, que Dios por medio de la salvación en Cristo busca restaurar aquella perfección original en el hombre caído y para ello provee de ciertos dones espirituales y algunas habilidades que el Espíritu Santo usara para cumplir con este fin.

MINISTERIOS EN LA IGLESIA


“Y él mismo constituyó a unos apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, y a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Esto, para que ya no seamos niños, sacudidos a la deriva y llevados a dondequiera por todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar, emplean con astucia las artimañas del error; sino que, siguiendo la verdad con amor, crezcamos en todo aquel que es la cabeza: Cristo”.
Efesios 4:11-15 (RVA)

              Mediante la redención en Cristo Jesús no solo obtenemos el perdón de pecados, sino también una nueva naturaleza la cual a su vez es alimentada con dones espirituales que el mismo Espíritu Santo derrama sobre nuestras vidas para crecimiento personal y servicio a los demás. En Efesios 4:11-15 vemos un ejemplo de cómo Dios ha establecido sus diferentes ministerios dentro de la iglesia para capacitar, edificar, hacer madurar al creyente y evitar que este sea víctima de las doctrinas heréticas. Empero, ¿Cuál es la diferencia entre un don y un ministerio? En palabras sencillas un don es una capacidad recibida de parte de Dios, que debe ser reconocida y desarrollada. En cambio, el ministerio es la puesta en práctica de este don al servicio de Dios y de los demás. Es clave para el cristiano conocer todos los dones y habilidades de las cuales Dios le ha provisto, así como las armas espirituales con las cueles cuenta ya que cuando su ministerio está basado en estas su éxito está garantizado; pero cuando la iglesia se esfuerza por realizar la obra de Dios por medio de recursos humanos los resultados son insatisfactorios. Cuando oímos hablar de ministerio inmediatamente pensamos en un apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro, pero lo cierto es que hay más, aunque también es cierto que estos cinco son considerados los ministerios primarios dentro de la iglesia. En general uno puede encontrar otros ministerios o áreas de servicio dentro de la iglesia como el de diacono, el de repartir a los necesitados, exhortar, el hacer misericordia a los demás, etc.: “De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría”, (Romanos 12:6-8, RV60). Así una iglesia puede estar compuesta por grupos de hermanos que se unen con el fin de evangelizar en las calles, o para realizar visitas a los miembros necesitados de la congregación y orar por ellos, o para visitar a los indigentes para llevarles alimento y la palabra de Dios, y en general, los grupos de alabanza, los de limpieza del templo, encargados de organizar el transporte para los días de culto, todos estos y otros se pueden considerar como ministerios dentro de una iglesia considerando que en su raíz etimológica la palabra significa servicio.

4 comentarios:

  1. Me gustaría leer un poco mas acerca del tema en si mismo, ya que el tema fue que llamo mi atención. Si descubres el don, puedes determinar el llamado... Esta siempre el don activo? o puede estar oculto?. Puede alguien tener mas de un don y mas de un ministerio?

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    1. La Biblia enseña "Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios", (Romanos 11:29). En este sentido una vez recibido el don jamas sera quitado, nuestra responsabilidad es encontrarlos y ponerlos al servicio de Dios y su pueblo y por eso Pablo exhortaba a los corintios que abundaban en muchos dones que los descubriesen pidiéndole a Dios los mejores: "Procurad, pues, los dones mejores", (1 Corintios 12:31). Ademas entiendo que de acuerdo al numero de dones y el tipo de ellos así se determina el ministerio donde nos desempeñamos. El mejor ejemplo de alguien que tuvo mas de un don y ministerio es el Apóstol Pablo.

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  2. A mi me resulta muy difícil determinar cual es mi don o mi talento, siempre he pensado que no tenía ninguno aunque ya que la palabra dice que todos tenemos, deberé tener alguno.

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