Cuando se deja de responder al amor divino (Malaquías 1:2)



“Yo los he amado, dice el Señor, ¿Y cómo nos has amado?, replican ustedes...”
Malaquías 1:2

INTRODUCCIÓN



                  El estilo literario que el escritor usa para comunicar su mensaje a través de todo el libro se compara a un debate jurídico, donde se sigue el siguiente esquema: una acusación por parte de Dios, una objeción por parte del pueblo y la respuesta de Dios a la objeción en la cual se reafirma la acusación original. Después de haberse presentado en el primer versículo, el profeta irrumpe en detalle con una corta declaración que en sí encierra el tema principal de todo el libro: Israel había dejado de amar al Señor. Dios habla a Israel, y lo hace como un Padre amoroso diciendo “Yo los he amado...” no obstante el pueblo replica “¿Y cómo nos has amado?”. Esta respuesta revela una falta de confianza en Dios. Los israelitas estaban dando a entender que Dios no había cumplido su pacto: “si realmente nos amas, ¿por qué estamos aún bajo la opresión extranjera esperando el reino prometido?

EAMOR  DE  DIOS

“Yo los he amado, dice el Señor...”
Malaquías 1:2

                 El amor es un atributo de Dios y parte esencial de su naturaleza. Predominantemente en el Antiguo Testamento se utiliza la palabra hebrea ajáb (אָהַב) para referirse al amor en una gama de diferentes significados. En general se refiere a un marcado sentimiento  de atracción y deseo hacia algo o alguien que se quiere poseer o estar con él. En el Nuevo testamento el concepto se amplía más al utilizar el verbo griego agápe (ἀγάπη) que implica amar a alguien como un acto de voluntad propia, el cual se extiende hasta a los enemigos. Agape no se trata de un amor basado en la complacencia, ni afecto, o como respuesta a una acción. Se trata de un acto de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin otra causa que aquella que proviene de la naturaleza del mismo Dios. Filéo (φιλέω) es la otra palabra griega que se usa en el Nuevo Testamento para referirse al amor y significa amar como respuesta a la acción o comportamiento de una persona, y generalmente este es el tipo de amor que se practica entre las personas. Pero el amor de Dios es incondicional y no está basado en ningún mérito personal. Simple y sencillamente, el Señor expresa su infinito amor por el simple hecho de que así lo ha decidido en su divina voluntad.

              El amor de Dios tiene las siguientes características.


1.     Incondicional.


“El Señor se encariño contigo, y te eligió, aunque no eras el pueblo más numeroso sino el más insignificante de todos...”
Deuteronomio 7:7

                El amor de Dios no surge de virtudes o grandezas humanas, sino de su propio carácter divino y fidelidad a sus pactos. Es absoluto, independiente de méritos a tal punto que nos ama por un acto de voluntad propia, no está limitado o condicionado a ninguna norma, simple y sencillamente no ama sin considerar nuestra propia naturaleza.

2.     Soberano.


“Lo hizo porque te ama y quería cumplir su juramento a tus antepasados; por eso te rescató del poder del faraón, el rey de Egipto, y te sacó de la esclavitud con gran despliegue de  fuerza”.
Deuteronomio 7:8

                El amor de Dios es una fuente de vida que ejerce la autoridad y poder supremo en todo el universo. Tan grande es este amor que trae consecuencias benéficas a aquellos que lo reciben a tal punto que sin importar cuál sea nuestra condición, somos bendecidos como resultado de su pleno deseo de amarnos.

3.     Infalible.


“¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!”.
Isaías 49:15

                El amor de Dios es a prueba de cualquier dificultad, jamás nos fallará. Lo más seguro es que los seres humanos que consideramos los más cercanos nos fallen, pero de algo que podemos estar seguros es que el Señor jamás lo fallara.

4.     Seguro.


“Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios no ha manifestado...”
Romanos 8:38-39
                Pablo, autor de la carta a los Romanos, lucha por usar las palabras adecuadas para describir la certeza absoluta del amor de Dios por sus escogidos. Lo más certero que tenemos en la vida es el amor de Dios y podemos estar muy seguros que ese amor jamás se apartará de nosotros.

5.     Ilimitado.


“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito,  para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
Juan 3:16

                El amor de Dios no tiene límites a tal punto que lo mostró enviando a lo más valioso que  tiene, su Hijo Unigénito. El poder de este amor es ilimitado a tal punto de que es eficaz para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.

NO  HAY  RAZON PARA DUDAR DEL  AMOR  DE  DIOS

               Israel estaba atravesando por una situación difícil, donde sus enemigos ejercían toda clase de dominio y escarnio sobre ellos. Vivían sometidos a ellos y no veían cercano el tiempo en que su nación fuese restaurada de esa opresión. Esto los llevo a desconfiar del amor de Dios. Pensaban que si el Señor lo amaba realmente, por qué estaban atravesando por esta situación. Sin embargo, cuan alejados estaban de la realidad, ya que si bien era cierto, aun vivían bajo la soberanía del imperio Medo-Persa, habían olvidado que su pecado los había arrastrado a esa condición, y a pesar de ello Dios no los había olvidado permitiéndoles regresar a su tierra para a comenzar de nuevo. Veían solo lo malo, mas no se fijaba que si no habían sido exterminados entre las naciones era porque Dios los amaba.

Amor-de-Dios
El Amor de Dios


             Dios es fiel. Lamentablemente cuando las pruebas se prolongan en nuestras vidas y aparentemente  no hay una respuesta a nuestras peticiones la duda  y desconfianza puede asaltar nuestra mente, a tal punto de llegar a demandar pruebas del amor divino. Nuestro mayor enemigo durante las pruebas es el factor tiempo, ya que el tiempo de actuar de Dios no está acorde al concepto de tiempo que el ser humano maneja. Sin embargo, no hay razón para dudar del amor de Dios, al contrario, es necesario tener fuertes convicciones que nos aferren a Cristo en tiempos de gran dificultad. Jesús lo dijo: “Tengan fe en Dios... Les aseguro que si alguno le dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar, creyendo, sin abrigar la menor duda de lo que dice sucederá, lo obtendrá” (Marcos 11:22-23). Es la fe y confianza en el amor de Dios la única garantía que el cristiano tiene para vencer cualquier dificultad y alcanzar sus promesas, ya que “el que confía en él no será defraudado” (Romanos 9:33). La fe en el amor de Dios y su fidelidad es la única garantía que tenemos para anclarnos en tiempos de extrema crisis, de tal manera que nuestra vida espiritual no decrezca.



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