Amados desde antes de nacer (Malaquías 1:2-3)


“... ¿No era Esaú hermano de Jacob? Sin embargo, amé a Jacob pero aborrecí a Esaú, y convertí sus montañas en desolación y entregué su heredad a los chacales del desierto”.
Malaquías 1:2-3


INTRODUCCIÓN


                Dios quiere dejar en claro su gran amor por su pueblo y para hacerlo hace un gran contraste entre la forma de cómo han sido tratados ellos con respecto a la nación hermana Esaú. Si bien es cierto, Israel estaba atravesando un momento muy difícil donde su futuro se veía aun oscuro, pero Dios les dice que antes de quejarse o insinuar la falta de amor divino, consideraran su situación versus la de otras naciones y en especial la de su hermano Esaú. La nación de Edom que por años fue enemiga de Israel y que eran los descendientes de Esaú, ahora después de las conquistas babilónicas ya no existía (Génesis 25:29–34; 36:8; 1 Reyes 11:15; Jeremías 49:17; Ezequiel 25:12–14; Joel 4:19; Amós 1:11–12). El mismo Señor lo dice de la siguiente forma: convertí sus montañas en desolación y entregué su heredad a los chacales del desierto. Bastaba que Israel volviera a ver la diferencia en el trato divino con Edom y ellos para que comprendieran que si no habían sido exterminados por completo era por el amor de Dios hacia ellos. Mientras que Edom había sido completamente borrado por el juicio divino, Israel solo fue castigado y disciplinado para volverlo al camino correcto.

amados/antes/nacer
Amados desde antes de nacer

                Muchas veces podemos llegar a quejarnos de las injusticias de la vida y las dificultades que enfrentamos, pero basta ver la forma como otros han sido tratados para comprender que a diferencia de ellos, solo la misericordia divina no ha permitido que seamos destruidos. Si nosotros fallamos somos corregido para nuestro bien, si el impío falla es destruido por su pecado: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”, (Proverbios 3:11-12). Esto fue lo que le paso a Israel, ellos pecaron contra Dios y fueron disciplinados por ello, pasaron 70 años exiliados y luego al regresar a Jerusalén su situación no era fácil, pero Dios seguía allí para ayudarles a recuperarse. Contrario a Israel, Edom había sido destruido por su pecado y no tuvo la oportunidad de la corrección. Tal vez hoy nos podemos encontrarnos inmersos en un sinfín de problemas, tal vez por nuestra rebelión tengamos que pasar por la vara correctora de Dios, o como Job atravesamos una prueba, pero sea como sea veremos diferencia entre el trato de Dios hacia nosotros y los impíos

El énfasis de Dios es grande al hacer diferencia entre Israel, su escogido, y Edom: ¿No era Esaú hermano de Jacob? Sin embargo, amé a Jacob pero aborrecí a Esaú. La palabra que Malaquías utiliza para aborrecer es sané (שָׂנֵא), termino fuerte en el hebreo que denota un menosprecio definitivo, contrario a la palabra hebrea ajáb (אָהַב) que se usa para decir que amo a Israel. Estas palabras en esta profecía constituyen en sí una polémica entre los estudiosos bíblicos. ¿Qué significa esto? ¿Será acaso que Dios eligió a Jacob y su descendencia para mostrarle su amor mientras que la de Esaú fue elegida para objeto de su ira? ¿Hizo esta elección antes que ambos nacieran e hiciesen algo bueno y malo? Lo cierto que esto nos muestra un aspecto de la soberanía de Dios que muchos conocen como la predestinación la cual consideraremos en esta sección.

SSOBERANÍA EN CUANTO A LA ELECCIÓN


“No sólo eso. También sucedió que los hijos de Rebeca tuvieron un mismo padre, que fue nuestro antepasado Isaac.  Sin embargo, antes de que los mellizos nacieran, o hicieran algo bueno o malo, y para confirmar el propósito de la elección divina,  no en base a las obras sino al llamado de Dios, se le dijo a ella: «El mayor servirá al menor.» Y así está escrito: «Amé a Jacob, pero aborrecí a Esaú. ¿Qué concluiremos? ¿Acaso es Dios injusto? ¡De ninguna manera!”.
Romanos 9:10-14

                   El apóstol Pablo en su carta a los Romanos desarrolla un poco mejor este concepto de la elección divina. Entre los ejemplo que cita se encuentran los hijos mellizos de Rebeca, Esaú y Jacob, los cuales fueron llamados por Dios, uno, que es Jacob, para heredar las promesas de Abraham, y otro, que es Esaú, para recibir el rechazo de Dios. Ahora bien, el apóstol dice que esto se hizo antes que ellos nacieran: antes de que los mellizos nacieran, o hicieran algo bueno o malo, por lo que nadie puede decir que la elección estuvo en algún mérito que Jacob hizo, sino en su soberana elección y para demostrar que los dones de Dios no son el resultado de las buenas obras del hombre, sino de la gracia del Señor. El tema de la elección divina es polémico entre los cristianos, algunos no aceptan el hecho de que Dios pueda elegir a algunos para salvación y a otros para juicio. Muchos creen en el libre albedrio que el hombre tiene que le da la oportunidad para escoger entre el bien y el mal; pero el tema de la elección divina es difícil de ignorar y hace eco desde las páginas del Antiguo Testamento, de hecho Pablo utiliza en estos versículos el texto de Malaquías: Y así está escrito: «Amé a Jacob, pero aborrecí a Esaú. Lo cierto es que Dios en su soberanía elige a unos para salvación y otros aparentemente son reprobados y su destino final mes la condenación, esto podría sonar injustos para muchos, pero, ¿es así realmente? Pablo dice que no: ¿Qué concluiremos? ¿Acaso es Dios injusto? ¡De ninguna manera! Al estudiar este tema en la Escritura podemos encontrar la respuesta a estas preguntas. Veamos como Pablo lo desarrolla.

“Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo... A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; a los que justificó, también los glorificó”.
Romanos 8:29-30

                En el capítulo 8 de Romanos el apóstol introduce otra palabra clave en el tema de la elección divina: predestinó. La predestinación es una palabra que viene del griego Proorídso (προορίζω), palabra compuesta por pro, que significa anticipado; y orizo, que es determinar, lo cual se puede definir como  “Señalar anticipadamente”, “establecer las fronteras o límites de alguien de antemano”. Por tanto, el último destino del cristiano ha sido fijado por Dios desde la eternidad, antes de que naciéramos, incluso antes de la fundación del mundo Él ya nos había elegido para vida eterna, tal y como Efesios lo recalca:

“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor nos predestinó para ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el buen propósito de su voluntad”.
Efesios 1:4-5

                La meta final de Dios con este proceso de elección es predestinarnos  para ser transformados a su imagen, de acuerdo a Romanos 8:29, lo cual sabemos que dura toda nuestra vida desde que creemos hasta que pasamos a su santa presencia, no obstante, aunque ahora estamos en un proceso continuo, Dios ve esto como algo que ya está hecho por una decisión que tomo en la eternidad, antes que naciésemos, por eso en Romanos 8:30 encontramos las palabras predestinó... llamó... justificó... glorificó, en tiempo pasado y nos sugiere un proceso que ya se da por completado en el presente.  Ahora bien, es importante también comprender que en esta predestinación, lo elegido no tienen ninguna participación que influya en su elección, sino es el Señor que elige. Veamos como este proceso de  predestinó... llamó... justificó... glorificó influye en nuestra vida.

A los que predestinó...

“a los elegidos... según la previsión de Dios Padre... para obedecer a Jesucristo y ser redimidos por su sangre”.
1 Pedro 1:1-2

Así como Jacob y Esaú no se eligieron según sus obras, así también nosotros somos elegidos en la soberana sabiduría de Dios. La Biblia afirma que los creyentes somos elegidos según la previsión de Dios. La palabra que Pedro utiliza aquí para previsión es prognosis (πρόγνωσις), la cual puede traducirse también como presciencia o conocimiento previo de las cosas. Esto significa que Dios, en su conocimiento previo de las cosas, nos salvó por su misericordia desde antes que naciéramos, no por nuestros méritos personales o buenas obras, porque fue antes que naciéramos. Ahora bien, si esto es así, significa que nuestra elección no está basada en las obras, y que si consideramos que antes nos encontrábamos perdidos en el pecado, Dios decidió sacarnos de allí pero al mismo tiempo decidió dejar a los demás en su estado de perdición. Si bien es cierto, Dios en su omnisciencia sabía de antemano que el hombre le fallaría en el huerto del Edén y que la consecuencia de esto sería la condenación de toda la raza humana por causa del pecado. Ahora, el decide elegir a unos de estos para salvarlos, no porque haya algún mérito especiales en estos, sino porque en su soberana elección así lo decide.  En teología hay una corriente doctrinal que algunos llaman los cinco puntos del calvinismos las cuales expresan que efectivamente en su estado original el hombre se encuentra perdido, incapaz de salir de su estado y sin la posibilidad que escoja el bien. A este estado se le conoce como  depravación total. Sabemos que Dios creo al hombre perfecto, a su imagen y semejanza, pero por causa de su pecado, éste se depravo totalmente y hoy se encuentra en una incapacidad total de hacer el bien. En las Escrituras se nos describe el estado del hombre completamente depravado:

1.       Siempre tiende a escoger lo malo: Así está escrito: «No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!» «Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños.» « ¡Veneno de víbora hay en sus labios!» «Llena está su boca de maldiciones y de amargura.» «Veloces son sus pies para ir a derramar sangre; dejan ruina y miseria en sus caminos, y no conocen la senda de la paz.» «No hay temor de Dios delante de sus ojos.»”, (Romanos 3:10-18)
2.       Es incapaz de comprender las cosas espirituales: “El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente”, (1 Corintios 2:14).
3.       No puede hacer lo bueno: “La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios”, (Romanos 8:7-8).

En otras palabras, el ser humano se encuentra muerto espiritualmente, incapaz de elegir el buen camino y totalmente condenado. Es aquí donde Dios en su infinita misericordia y en su soberanía elige a unos para salvación y deja a los demás en su estado de condenación, tal y como lo hizo con Jacob, no considerando sus obras, sino basado en su infinita sabiduría para mostrarnos que la elección depende 100% del que llama y no del llamado. Si no fuese por su misericordia, los que son llamados no podrían jamás salvarse porque son incapaces de hacerlo porque están completamente muertos espiritualmente, pero Dios decide llamarlos sin ninguna condición. A esto se le llama elección incondicional, otro de los puntos del calvinismo que enseña que Dios elige de manera incondicional a aquellos que no son capaces de salvarse así mimos, sin considerar sus méritos.  Por ende, el hombre no tiene participación en esta decisión de ser salvo, sino solamente Dios. J. Oliver Buswell Jr. Refuerza más este pensamiento teológico: “La doctrina de la elección incondicional sigue necesariamente a la de la incapacidad total. Si el hombre es incapaz por completo de contribuir en un grado mínimo a su propia salvación, entonces la salvación es totalmente por la gracia de Dios, y no condicionada por alguna virtud, prevista o no, en la humanidad caída”.

                               Lewis Sperry Chafer dice: “Aunque la doctrina de la elección escapa a la comprensión humana, está claramente enseñada en las Escrituras. En virtud de la elección divina, Dios ha escogido a ciertos individuos para salvación y los predestinó para que fuesen conformados según el carácter de su Hijo Jesucristo”. Recapitulando una vez más, el hombre se encuentra condenado por el pecado, incapaz de hacer algo por salvarse, Dios en su soberana elección decide escoger a uno para vida eterna, y al resto los deja en condenación. Ahora bien, si esto es así, también es cierto que en su presciencia permitió que el hombre fallase y así fuese condenado. Y si estos están condenados también pueden ser usados por Dios para mostrar lo sabio de su elección al dejarlos cometer los pecados que por naturaleza harían siempre y por lo cual irán al infierno. El apóstol Pablo nos enseña como algunos hombres predestinados a la condenación son usados por Dios para sus propósitos específicos:

“Porque la Escritura le dice al faraón: Te he levantado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra”.
Romanos 9:17

                Ahora bien, faraón estaba ya condenado desde antes de la fundación del mundo y Dios perfectamente lo sabía, pero decide endurecerle aún más su corazón para poder magnificar su gran poder mostrándonos que tiene potestad no solo para salvar, sino para condenar en el infierno: “Dios tiene misericordia de quien él quiere tenerla, y endurece a quien él quiere endurecer”, siendo así alguien podría preguntarse si no es injusto Dios considerando que el hombre no es capaz de resistirse a su soberanía: “¿por qué todavía nos echa la culpa Dios? ¿Quién puede oponerse a su voluntad?”,  (Romanos 9:18-19). Si Dios es quien decide cual corazón endurece para su propia perdición y cual no, entonces, ¿cómo puede culpar a alguien? Pareciera injusto, ya que cómo podía faraón resistirse a que Dios le endureciera el corazón. Sin embargo, Pablo dice: “¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? ¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: por qué me hiciste así? ¿No tiene derecho el alfarero de hacer del mismo barro, unas vasijas para usos especiales y otras para fines ordinarios?”, (Romanos 9:20-21). Lo cierto en todo esto es que Dios es soberano y nosotros como creación suya estamos sujetos a sus decretos divinos, nuestra mente puede luchar por comprender todas estas cosas pero habrá cosas que jamás las alcanzaremos a comprender ya que nuestro entendimiento es limitado. Si tratamos de comprender esta doctrina podemos decir que realmente ya todos estábamos destinados al infierno, nuestra propia naturaleza mala nos condenaba, pero vino Dios y en su gran amor, misericordia y sabiduría decidió elegirnos para vida eterna y sacarnos de ese camino que para nosotros era imposible dejar. Esto nos lleva al siguiente punto: Él nos llamó.

...También los llamó.


“Pablo y Bernabé les contestaron valientemente: Era necesario que les anunciáramos la palabra de Dios... Al oír esto, los gentiles se alegraron y celebraron la palabra del Señor; y creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna”.
Hechos 13:46a-48

                En Hechos 13:46-48 podemos encontrar el concepto de que no todos los hombres están predestinados a ser salvo, ya que: “creyeron todos los que estaban destinados a la vida eterna. A esta acción de escoger solo a un grupo de los hombres para salvación, dejando al resto en su estado de condenación se le conoce como la expiación limitada, otro de los puntos del calvinismo. No obstante, debido a que el ser humano en su estado de depravación total es incapaz de aceptar el mensaje del evangelio, el Señor decide llamarlos a través de un poder capaz de hacerlos despertar de su terrible condición y comprender el camino de salvación. A esta acción el calvinismo lo llama la gracia irresistible. Podemos verlo en la conversión de Lidia en el libro de Hechos, donde fue el Señor el que le abrió su corazón para que creyera al mensaje del evangelio:

“Una de ellas, que se llamaba  Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira  y vendía telas de purpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo”.
Hechos 16:14

                Cuando esta acción ocurre en la vida de los pecadores, estos son incapaces de resistir el llamamiento y corren rápidamente a los pies de Cristo. Esto mismo fue lo que le paso al hijo prodigo:

“Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre…”
Lucas 15:17-20
               
            Aquí vemos dos cosas importantes, una es que volvió en sí, es decir fue capaz de reconocer su situación de inmundicia, y la otra es que se levantó y busco el perdón de su padre. Esto hace la gracia irresistible con aquellos llamados a vida eterna.

...También los justificó.


“Pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo efectuó”.
Romanos 3:24

                En su eterna misericordia el Señor nos elige y llama a través de su gracia irresistible para que creamos a su evangelio y así justificarnos. El término “justificar” es una expresión judicial que significa absolver, declarar justo o pronunciar sentencia favorable en favor de una persona. Justificación viene del griego dikaíosis (δικαίωσις) que significa declarar inocente. Eso es lo que precisamente hace Dios con nosotros, nos declara inocentes de todos nuestros pecados mediante la redención que Cristo efectuó en la cruz del Calvario.

                Por medio de su gracia irresistible Dios llama a sus elegidos cambiando su corazón y abriendo su conocimiento para que sean  capaces de recibir  la revelación de la palabra del Señor. Cuando esto sucede, ellos están en la capacidad de  reconocer su estado de pecado, cuál es el plan de salvación por medio de su Hijo Jesucristo para que movidos por  el arrepentimiento depositen su fe en lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario y así sean justificados. Aquellos que creen son justificados, es decir, son declarados justos sin esfuerzo humano, no por obras humanas o religiones; sino a través de su gracia.

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino  que es el regalo de Dios, no por obra, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo  Jesús para buenas obras, las cuales Dios  dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.
Efesios 2:8-10

                El hecho de reconocer que somos salvos por la gracia de Dios y no por obras y que la salvación no depende de nosotros, le da al hombre una seguridad de su eternidad que lo lleva a una plena certidumbre de su salvación, lo cual recibe el nombre en el calvinismo de la seguridad de su salvación.

“Ciertamente les aseguro que el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no será juzgado, sino que ha pasado de la muerte a  vida”.
Juan 5:24

Charles Ryrie argumenta acerca de este tema: “Fundamentalmente, la seguridad se basa en la gracia de Dios y en el hecho de que la vida eterna es una dádiva y que es eterna. Cuando una persona cree en Cristo, es traído a una relación con la Deidad que asegura que su salvación está garantizada”. De acuerdo a Calvino, una vez se efectué la salvación en el hombre, éste jamás la perderá, afirmación que no todos los teólogos aceptan. Jacobo Arminio, teólogo holandés, introdujo un concepto diferente al de Calvino. Su doctrina establece que Dios desea que todos los hombres se salven puesto que Cristo murió por todos los hombres (y no solo por los predestinados) por lo que ofrece su gracia a todos y basado en su libre albedrio el hombre recibe o rechaza a Cristo. De acuerdo a esta posición la salvación tiene que cuidarse con temor y temblor ya que de lo contrario el hombre la perderá. No obstante, podemos hacernos la siguiente pregunta: ¿La salvación depende del hombre o de Dios? La respuesta es obvia: Dios ¿Quién podría salvarse si la salvación dependiera de los propios recursos del hombre? No.

Lo cierto es que este tema calvinismo versus arminianismo es polémico y tiene muchos de años donde ninguna fracción ha podido ponerse de acuerdo. Ahora bien, ¿están equivocados algunos de ellos? Independientemente cual posición tomemos, ambos aseguran que la salvación es a través de la fe y sin obras. Si consideramos cada una de estas posiciones, el calvinismo exalta la gracia de Dios como la única fuente de salvación, mientras que el arminianismo recalca el libre albedrío y su responsabilidad. Si consideramos la historia cristiana podemos encontrar a Charles Spurgeon defendiendo el calvinismo así como a un John Wesley enseñando el arminianismo. Al final como dijo Pablo, cada quien este seguro en sus creencia siempre y cuando no atenten con los fundamentos bíblicos de la fe sin obras y la trinidad divina. Ahora bien, todo cristiano debe estar seguro de su salvación eterna, sin embargo, este conocimiento no significa tener licencia para pecar.

“¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que  hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él?
Romanos 6:1-2

Es imposible que el nacido de nuevo viva en pecado sin ser reprendido por su corazón. Cuando Dios nos salva  nos da una nueva naturaleza capacitada para buscar de su presencia y ser sensibles a su voluntad.

“Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu, espíritu es”.
Juan 3:6

Siendo así aquel que ha sido engendrado por Dios no puede vivir en el pecado ya que su naturaleza es espiritual y debe vivir piadosamente, como hijos de luz, renunciando a los deseos de nuestra carne:

“Eviten toda conversación obscena... No agravien al Espíritu Santo de Dios... Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos...”
Efesios 4:29-32

Todo esto no significa que el cristiano no puede llegar a cometer pecado. Recordemos que aún seguimos siendo seres imperfectos, propensos a cometer errores consciente o inconscientemente. Por ello el Espíritu Santo que habita dentro del corazón del nacido de nuevo es el que reprende la conciencia de sus elegidos cuando cometen pecado para que siendo reprendidos por su conciencia abandonen sus malas prácticas. Es imposible que los elegidos de Dios después de haber cometido pecado no se sientan mal en esta condición y corran rápidamente arrepentidos a su misericordia. Aun así la Biblia enseña con respecto a sus elegidos que:

“...el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo aquel que recibe como hijo...Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos”.
Hebreos 12:6,8

Como hijos de Dios recibiremos la disciplina de Dios cada vez que nos apartemos de sus caminos e ignoremos a nuestra consciencia, pero si alguien haciéndose llamar cristiano persiste en el pecado y se deleita en él sin ningún estorbo y arrepentimiento, podríamos dudar si realmente ha conocido la gracia de Dios. Como nacidos de nuevo debemos abandonar las malas obras y reemplazarlas por buenas tal y como lo afirma Pablo:

“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.
Efesios 2:8-10

Por tanto, podemos ver las obras en la vida del salvado por gracia como las evidencias externas de su salvación:

“Por sus frutos los conocerán... todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo no puede dar fruto malo”.
Mateo 7:16-17

“Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tiene con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras,  está  muerta... Tú tienes fe, y yo tengo obras. Pues bien, muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré la fe por mis obras”
Santiago 14-18

 También los glorificó.


“En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. El transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a si mismo todas las cosas”.
Filipenses 3:20-21

                La meta final de Dios es que sus escogidos adquieran la imagen del carácter de Cristo, es por  ello que a partir del momento que creemos y recibimos a Jesús,  inicia un proceso continuo que culminará el día en el que los muertos en Cristo resucitaran con un nuevo cuerpo glorificado. Myer Pearlman dice: “la santificación es la obra de la gracia gratuita de Dios. Por lo cual nuestro ser todo es renovado según la imagen de Dios, y capacitado más y más para morir al pecado y vivir para la justicia”. El mismo apóstol Pablo nos exhorta a perfeccionar nuestra santificación cada día: “Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”, (2 Corintios 7:1).

                Finalmente, Dios ve la obra ya terminada, aunque aún nos encontremos en esta vida luchando por vivir en santidad, el Señor ya nos visualizó en la eternidad futura completamente glorificados por la sangre de su Hijo Jesucristo.
“Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es”.
1 Juan 3:2

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